𝐅𝐎𝐑𝐓𝐘-𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

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»𝗟𝗮 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱𝗲𝗿𝗮 𝗺𝗮𝗹𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻«

»𝗟𝗮 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱𝗲𝗿𝗮 𝗺𝗮𝗹𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻«

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— Si no es importante voy a matarte. — advertí al contestar la insistente llamada a las siete de la mañana.

El sonido del teléfono me había despertado hace unos minutos, y a pesar de traté de ignorarlo y volver a dormir, el irritante sonido se repitió una y otra vez hasta que al fin contesté, sin siquiera fijarme en quien me llamaba a esta hora.

— Es importante, necesito tu ayuda. — era Elena, y se oía nerviosa— Desperté a Elijah

¿Qué?

Me levanté de inmediato y froté mis ojos, tratando de despertar bien. ¿Había escuchado bien o solo era producto del sueño?

— ¿Qué tú hiciste qué? — cuestioné y escuché como soltó una risita nerviosa.

— Le saqué la daga, y ahora está sentado a mi lado. — comentó como si fuera lo más normal del mundo— Es el único que puede ayudarnos, lo sabes. Así que, ¿Paso por ti en cinco?

Yo suspiré. Si no puedes contra ellos, uneteles.

— Date prisa.

Colgué la llamada y me puse lo primero que encontré en mi armario. Lavé mi cara, los dientes, y me maquille a la velocidad de la luz. Cuando Elena me mandó un mensaje avisando que ya estaba fuera, yo ya estaba lista, como nunca.

Salí de la casa tratando de hacer el menor ruido posible para no alarmar a Matt, quien debía estar aún dormido. Vi el auto de Elena frente a mi casa, y pude notar al hombre trajeado que pensé que jamás volvería a ver sentado a su lado.

Suspiré y entré en los asientos traseros, al instante Elena comenzó a conducir.

— Hola, Lena. — saludé y ella me sonrió nerviosa a través del retrovisor. Miré al hombre a su costado, quién me miraba acusatoriamente, supongo que aún guardaba rencor desde la última vez que nos vimos— Hola, Elijah. Tanto tiempo sin vernos. Te ves... vivo.

Traté de sonreírle, pero a él no pareció parecerle muy gracioso, por lo que solo se mantuvo serio.

— Buenos días, Alice. — fue todo su saludo, luego volvió su vista al frente.

Rencoroso.

Por el camino, Elena le entregó una bolsa de sangre a Elijah, la cual el aceptó y comenzó a beber con toda la tranquilidad del mundo, muy distinto a muchos vampiros.

De pronto el teléfono de Elena comenzó a sonar, ella lo tomó y suspiró al mirar la pantalla, luego me tendió el teléfono a mi, y yo entré en pánico al ver el nombre de Stefan en la pantalla.

— ¿Puedes contestar? No quiero escuchar sus quejas por ahora, y voy manejando. Por favor. — pidió y yo tomé el teléfono con duda.

Justo cuando el era la última persona con la que quería hablar....

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