11; Cuidadito

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Buenos Aires, Argentina.
Clara—.

Hoy cómo todos los días Rodrigo entrena, pero está vez quiere que vayamos con él. Según él, van a estár las chicas y sus hijitos para hacernos compañía, pero no estoy muy convencida la verdad. El sol está muy fuerte y no quiero que le haga mal a Basti, además de que es muy chiquito y seguramente la mayoría lo quiera agarrar en brazos cómo pasa siempre que vamos a cualquier lado y a mi no me gusta que lo toquen y mucho menos que lo agarren, pero Rodrigo está re insistente en que vayamos.

—Dale Cla, ya es tarde y me van a cagar a pedo—grita Rodrigo de abajo.

Le pongo perfume a Basti y bajamos. Los tres nos subimos a la camioneta y vamos al predio de Ezeiza. Después de casi veinte minutos llegamos y Rodrigo está llegando más tarde que la mierda. Espero a que baje el changuito de Bas para después ponerlo ahí sin que le dé el sol. Caminamos hacía dentro y no nos encontramos a nadie ya que están todos en la parte dónde entrenan, supongo que las chicas también.

—Ojalá no te quieran llevar a algún lado hoy las otras—dice y se refiere a mis amigas.

Raro, porque siempre le gustó que me lleve bien con las mujeres de sus amigos.

—¿Por?

—Por que a la noche reservé en un restaurante para cenar los tres, es lindo el lugar. Asi dejamos de pelear por lo menos un día y nos arreglamos de la pelea de ayer.

Asiento con la cabeza y él le da un beso en la cabeza a nuestro hijo que va muy cómodo en su changuito y se despide de mi para irse corriendo con sus compañeros mientras yo sigo caminando tranquila hacía dónde están las chicas tomando mates. Linda a lo lejos me reconoce y grita, haciendo que todas giren a mirar y también griten a modo de saludo, cosa que hace asustar a mi bebé y amaga a llorar pero lo calmo en el camino.

—¡Llegó la reina de la reinas!—chilla Anto y salta abrazarme.

Linda, Cami, Celes y Jorgelina la imitan y el resto de las chicas esperan para saludarme también, cuándo me sueltan inmediatamente Anto agarra en brazos a Basti y entre las cinco le hablan y juegan con él. Yo aprovecho a saludar a todas las chicas, porque están literalmente todas.
Ellas me saludan con mucha buena onda y nos llenan de halagos a mi hijo y a mi, menos la novia del chico Julián Álvarez y la de Lisandro que me miran con cara no muy amigable.

—¿Por qué llegaron tan tarde, Clari?—pregunta Mandinha y yo lleno de besos a Santi y Ava.

Quisiera saber lo mismo la verdad.

—Típico de los dos, llegar tarde a todos lados—se burla Agus—Si son igualitos.

Entre todas, menos dos, empezamos a conversar. Hablamos de todo, literalmente desde Qatar hasta nuestros hijos. A los chicos después de casi una hora y media les dan descanso y vienen hacía dónde estamos nosotras, todos saludan a mi bebé y a mi ya que fuimos los últimos en llegar y luego se integran a la conversación general.

Rodrigo me hace un gesto con los ojos que lo entiendo bien, me levanto del asiento con Bastián en brazos ganandome algunas miradas y los tres vamos a caminar para otro lado dónde no haya nadie. Siempre hacíamos lo mismo cuándo entrenaba y yo lo podía ver, a ambos nos agobia un poco estar rodeados de mucha gente hablando a la vez y desde que nació Bastián nos agobia aún más. Caminamos al rededor de la cancha y él me ayuda a tapar a nuestro hijo para que no le dé el sol.

—Mira cómo se sacan los ojos los otros mirando—de reojo mira atrás—Cómo si fuera la primera vez que hacemos esto, que gente boluda.

Bastián chilla quejandose seguramente por la manta y el calor.

Bastián; Rodrigo de PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora