41; Vuelta olímpica

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Buenos Aires, Argentina.
Clara—.

El monumental está explotado, la gente no para de cantar y junto a todos los jugadores también acompañados por sus familias damos la vuelta olímpica por el Monumental. El estadio más lindo del mundo.

Rodrigo me tiene abrazada por el cuello mientras yo llevo a mi hijo en brazos y recorremos la cancha los tres juntitos.

—¡Yo soy así soy argentino, ingleses putos de Malvinas no me olvido!

Rodrigo canta eufórico mientras revolea mi pobre campera que la pasó a ligar sin querér.

Que bueno que me avive y le puse el protector auditivo a Bastián, si no lo estaría cagando a pedos a Rodrigo por andar insultando delante del nene.

—¡Yo soy así, vengo alentarte, a la Argentina yo la sigo a todas partes!

Anto de la nada llega corriendo a sacarme a Bastián de los brazos con toda la confianza del mundo.

—Bue bue bue, para ahí loca. ¿A dónde te llevas a mi criatura?—la frena Rodrigo.

Me rio al escucharlo por que lo dice re serio y frena en seco la euforia que tiene cuándo ve a Anto sacarme a nuestro hijo.

—Pasenmelo un ratito que con Leo y los nenes nos queremos sacar fotos con el gordo, ustedes disfruten un rato solos—nos guiña un ojo y sale corriendo con nuestro hijo en brazos.

Los dos nos quedamos viendo sin entender pero nos despreocupamos y seguimos dando la vueltita, si total Anto es cómo una hermana más.

—Yo quiero que canten la de Mbappe amor, deciles que canten esa—pido.

—¡Amor!—grita indignado y frena en seco para mirarme enojado—¡Esa no, nos van a funar!

—Ay bueno, exagerado.

—Cantemosla los dos bien bajito, ¿dale?

Asiento con la cabeza y él vuelve abrazarme por la cintura, yo lo imito y seguimos caminando.

—¡Escuchen corran la bola, juegan en Francia pero son todos de Angola. Que lindo es van a correr, son come traba como el puto de Mbappe. Su vieja es nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento nacionalidad francés!—cantamos los dos al unisono y susurrando en un tono que sólo nosotros nos escuchamos.

Rodrigo empieza a saltar cómo el canguro que es al escuchar que la gente empieza a cantar el segundo himno nacional, muchachos. Consigo me lleva a mí, ya que me tiene abrazada, así que saltamos los dos mientras él agita mi campera y yo le saco su piluso para agitarlo también.

A veces es tan linda la vida cuándo existen estos momentos, incluso te hace olvidar de toda la mierda que pasó y pasa. Viviría en este momento si fuese posible.

—¡Cuidado con el siete, Rodrigo de Paul!

El monumental le canta al hombre que tengo pegado a mí.

—¿Escuchas?—pregunto emocionada.

—¿Me cantan a mi, amor?

—Si, Ro.

—¡What the fuck!

Largo una carcajada al escucharlo, que pelotudo que es. Se hace el bilingüe el tontito sacado de un pozo.

Bastián; Rodrigo de PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora