43; Me toca a mí

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Buenos Aires, Argentina.
Rodrigo—.
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—Ay, ¿por que apareces así? Nos asustaste.

Que mierda me importa si los asusté o no, quiero que me respondan.

—Habla—lo apuro a Lisandro.

—¿Que?

—De quien estabas celoso te pregunté, ¿sos sordo o pelotudo?

A penas termino de hablar Lisandro ni si quiera puede abrir la boca por que ya se mete Clara.

—Eh eh eh, tranquilito ahí, ¿que te pasa que le venís a hablar así?

—¿Ahora sos la defensora del pueblo vos también? Déjalo que me responda, que se haga hombre de una vez por todas.

Lisandro me mira confundido pero se termina riendo y mirando a Clara sin entender nada.

—¿Cuándo van a dejar de hacerse los pelotudos ustedes dos?

Clara abre los ojos al escucharme.

—No bueno, ¿vos que tomaste que te pegó tan fuerte?

—¡Tus mentiras tomé, las tuyas y las del pajero este que se te hace el amigo y te tiene más ganas que todos los que están acá juntos!

Ella me mira asqueada y el pelotudo que tiene al lado me mira sorprendido, sorprendido de que me haya dado cuenta de sus intenciones con mi mujer.

—¿Te estás escuchando cómo hablás?

—Si, me estoy escuchando muy bien. Lo que no estoy escuchando es la respuesta de lo que pregunté, dejá de hacerte el pelotudo si no querés que te rompa los dientes y se te borre la sonrisita que le tiras a mi mujer. A vos también te hablo—miro a Clara—Déjate de hacer la copadita eh, que bastante viva saliste, te haces la santa nomás.

Lisandro se para y me hace frente poniéndose a la par mía, frente a frente. Clara al ver todo también se levanta para que no pase a mayores, creyéndose la salvadora del mundo.

—Eh bueno, ya está. Está bien que estés en pedo y flashees pelotudeces, pero no por eso tenés derecho a tratarla mal. Todo bien si querés bardearme a mi por que sé que cuándo se te baje el alcohol te vas a rescatar, pero no voy a permitir que le faltes el respeto a Clara.

—¿Que te crees piola por andar haciéndote el defensor? ¿Creés que te va a dar bola por hacerte el machito?

Lisandro se me ríe en la cara y cosa que odio que me hagan es esa. No alcanzo a levantar mis manos para empujarlo porque Clara habla.

—Vos le pones un dedo encima a Lisandro y a mi no me ves nunca más en tu vida, Rodrigo. Pensa bien lo que vas a hacer o decir por que la vas a pasar mal después.

Mis manos vuelven a bajar inmediatamente al escucharla, no voy a arriesgar mi familia otra vez.

—Vos y yo vamos a hablar mañana.

—Yo no tengo ningún problema con hablar con vos, Rodri. No sé por qué estás así.

—¡Por que te calienta mi mujer, por eso estoy así, por que sos un traidor y sos mi amigo!

Bastián; Rodrigo de PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora