33; Tic tac

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Madrid, España.
Rodrigo—.

Hace nada llegamos a Madrid y eso solo significa una cosa: descargar mi bronca.

Y no, esta vez no voy a descargar mi bronca jugando al fútbol, esta vez voy a hacerlo partiendole la cara en dos a un pelotudito que me rompió mucho las bolas, asi de simple.

Ya tengo la dirección, número de teléfono, sé que en este momento está en su casa, sé todo básicamente y por eso estoy yendo para allá.

Clara está trabajando haciendo una sesión de fotos, Bastián está bajo el cuidado de mi cuñado y yo todavía no empiezo a entrenar, así que es ahora o nunca.

El camino se me hace eterno, tardo algo más de cuarenta minutos ya que con Clara nos mudamos a otro barrio que está más alejado que el anterior. Cuándo por fin estoy al frente de la casa del gallego de mierda, me pongo mi gorra y bajo del auto. Toco el timbre de su casa y tras varios minutos él sale. Me quiero reir al ver la cara que pone al verme en la puerta de su casa. Le sacaría una foto porque parece pasmado.

—¿Que hacés tú aquí?

Él y su acento de mierda que me tienen tan podrido.

Al pedo pregunta, si sabe muy bien por qué estoy acá.

—Tic tac tic tac—le muestro el reloj que cuelga de mi muñeca—Acá me dice que te llegó la hora me parece.

Él trata de cerrar la puerta pero soy más rápido y lo impido poniendo mi pie de traba.

—¿Que mierda quieres, maldito enfermo?

—Darte los buenos días.

Sonrío de oreja a oreja y le doy la primera piña directa a la naríz para dejarlo medio aturdido, lo logro al ver que se desestabiliza un poco y un hilo de sangre le cae.

—Así hay que darles los buenos días a pelotudos cómo vos.

—¿A pelotudos cómo yo?

Marco se recompone del golpe y me lo devuelve de lleno en toda mi mejilla izquierda, pero no me mueve ni un pelo.
No tardo ni dos segundos en reaccionar y le devuelvo el golpe pero dandole un cabezazo directo a su cara.

—Hijo de puta—se limpia la sangre que ahora le sale del labio ya que se lo rompí.

Que sensible resultó el maricón, dos golpecitos y ya está sangrando.

—Asi hay que amansar a los pajeros cómo vos que se creen machitos por hacerse los piolas con mujeres.

—¿Y ahora te olvidas de cómo fuiste tú en todo el tiempo que yo estuve con Clara?

Entre más habla, más bronca me da. Y si estamos en el baile, bailemos.

La giro la cara de pelotudo que tiene de una sola piña que hasta a mi me duele la mano, pero su ojo queda peor. No le doy tiempo ni a pensar que le doy otra piña en el estómago haciendo que él retroceda y se retuerza del dolor. Con toda la tranquilidad del mundo me acerco a él nuevamente, con dos dedos le levanto el mentón para que me mire y cuándo lo hace le reviento la cara con una piña tras otra hasta que él no aguanta una más y cae al piso cómo si fuera una bolsa de papas.

—¿Yo que te dije a vos? Escondete te dije, escondete bien porque cuándo pise Madrid te voy a hacer mierda te dije, ¿ahora ves que todo lo que digo lo cumplo? ¿Lo ves?

Le doy una patada en las costillas que lo hace toser sangre, la cara la tiene llena de sangre. Que placer verlo así, al fin.

—¿Te pregunté si ahora lo ves pedazo de chupa pija?—otra patada a ver si responde.

Él por fin me mira y me escupe de la propia sangre que le saqué yo.

—Subnormal de mierda—habla cómo puede, porque ni eso puede.

—Encima me halagas.

Marco se trata de poner de pie a duras penas pero le doy una patada en el gemelo derecho y vuelve a caerse mientras se queja de dolor.

—Pf, con razón no ganas una mierda con el Madrid si no te aguantas ni una patadita, maricona.

Mi celular suena avisándome de una llamada pero lo ignoro, este no es el momento.

—Vos solito te la buscaste pa, dale parate, ¿no que tan malo eras?

Saca fuerzas, de anda saber dónde, y se para del piso, viene hacia mi con toda la intención de pegarme una piña pero antes de que se me acerque lo suficiente le pego una patada otra vez en el estómago que lo hace caer y darse la cabeza contra el piso, el golpe hasta sonó. Eso le debió doler.

Rápidamente sus manos se agarran la nuca mientras no para de toser y escupir sangre, el piso está todo manchado.

—Asi te quise ver siempre hijo de mil puta, así te quise ver desde el primer segundo que te vinculaste con mi mujer. Espero que hayas aprendido a que mientras yo viva vos no vas a poder ni respirar cerca de Clara, y si lo haces perde cuidado que voy a repetir lo mismo que estoy haciendo ahora.

Capaz yo disfruto mucho su sufrimiento o capaz soy un poco sádico, pero le sacaría una foto y la presumiria cómo si fuera un trofeo.

—Eres un puto cabron de mierda.

Se va a estár muriendo y el culiado va a seguir hablando, no se cansa más.

—¿Te tengo que seguir cagando a palos para que cierres un poco el culo?

—No tienes cojones, gilipollas.

A mi me viene a decir eso, a mí. Que corajudo.

Con toda la bronca del mundo le reviento la cabeza de una patada, que hable ahora.

—Cómo te gustar boquearla eh, dale, decime todo lo que querés ahora.

¿Que me va a decir? Si de tanta sangre que le sale del labio no puede ni hablar.

—Sos la mierda más grande que se pudo cruzar Clara, pero quédate tranquilo que vos vas a ser sólo un desliz de mierda en su vida, en unos meses nadie se va acordar de vos porque tu mayor logro fué estár con ella y cómo ya no lo estás vas a quedar en el olvido cómo lo estabas antes, por que ni en lo deportivo figuras. Sos una poronga flaco, te metiste con la persona equivocada y eso yo no te lo perdono, la próxima directamente no la vas a contar. Si seguís rompiendo las bolas te juro por mi familia que te voy a cagar matando y me importa una mierda si me voy preso, me iré preso pero con tu cabeza sabés. Mucho ojo por que yo a vos no te perdono nada, esfumate de la vida de mi mujer si no querés que nada más te pase.

Antes de irme lo escupo y le doy una patadita de despedida, asi no se olvida de mi cara, sólo por eso nomás.

—Ya estás advertido, no me hagas volverme más loquito por que la vas a pasar mal.

Bastián; Rodrigo de PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora