44; Mía

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3/3 (último capítulo de esta maratón)

(Advertencia: capitulo+18 con lenguaje vulgar y escenas explícitas)

—Fua, que linda visita y sorpresa. ¿Me gané la lotería y no me enteré?

Silba él al verme salir de su baño ya cambiada para dormir ya que me vine a su casa después de hablar con Rodrigo.

Pasa un brazo por mi cintura y deja un beso en mi cachete.

—Acostate en mi cama Cla, después yo me paso a la habitación de invitados. ¿Dormiste algo? Son las diez de la mañana.

No, no dormí nada, no tuve tiempo. Llegué de la bresh, bañé a Rodrigo, discutimos veinte horas más y ahora estoy acá.

—No, ¿vos?

—No, estaba preocupado. No me respondías los mensajes, no pegué un ojo. ¿Querés algo para tomar?

Niego con la cabeza y me rio. Si supiera que Rodrigo me reventó el celular contra la pared se cae de culo.

—Vení acá, tengo frío—palmeo la cama.

Lisandro me mira fijamente buscando algo en mí, que no sé que es y sonríe para sin dudarlo sentarse a mi lado. Masajeo su cabeza con mi mano y él deja caer todo su cuerpo en el respaldo de la cama mientras cierra los ojos al sentir mís dedos.

—Me parece que te gustó—rio al verlo.

—Sí, vos me gustas más igual—responde aún con los ojos cerrados.

Y es fácil hacerlo caer. Esa fue mi señal.

Sin dejar de hacerle mimos con cuidado y tratando de no moverme tanto, me siento a horcajadas sobre él.

Lisandro se sobresalta al sentirme encima de él y abre los ojos rápidamente pero sonríe ampliamente al verme.

—Fua Clari, no tientes al diablo por que el diablo con vos se vuelve loco.

Llevo mis manos hacia su pecho y con mis uñas hago un recorrido suavemente mientras lo miro fijamente a los ojos. Él se muerde el labio inferior y me mira emocionado.

—¿Que hacemos?—pregunto haciéndome la boluda.

Me encanta ver la sonrisa de Lisandro, es una sonrisa picara, seductora.

—¿Que querés que hagamos?—me sigue el juego.

—Y mira, no sé muy bien que se puede hacer a las diez de la mañana—miro el reloj que está colgado mientras a proposito me muevo sobre su miembro, haciéndolo crecer de a poco—¿Dormir, no?

Lisandro me agarra de la cintura y me empuja hacía abajo, chocando duro mi m pelvis contra su bulto y dejándome quieta, mientras él debajo de ni hace mínimos movimientos para que pueda sentir, más de lo que ya lo siento, su bulto.

—¿Dormir? Mm, que aburrida saliste Clari.

—¿Viste?—apoyo una de mis manos sobre su bulto a proposito, sobandolo—Uy, perdón, no ví dónde me apoyé.

Hago el amague sacar mi mano y él rápidamente lo evita, presionandola más contra él, pero yo sonrió y me levanto de la cama dejándolo ahí.

—¿Me pasas este buzo? Está frio—saco de su clóset un buzo y me lo pongo, sonriendo.

Siento sus pasos acercarse a mi, hasta que me agarra de la cintura y me gira rápidamente.

—Tengo tantas ganar de cogerte, Clara.

Dejo de respirar acá mismo.

Lisandro se inclina, sus labios rozan los
míos y jadeo ante el contacto, ligero, pero
tan excitante. Todo lo que él me causa sexualmente vuelve a mí con una rapidez impresionante, mis extremidades se m ablandan, mi respiración se vuelve pesada y los latidos de corazón están por todo mi cuerpo.

Bastián; Rodrigo de PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora