Un vampiro, un hombre lobo y una atracción que crece tan rápido como la sombra de un asesino que desgarra a sus víctimas sin piedad.
¿Te atreves a dejarte llevar?
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➤ Trilogía: Uniones.
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Lo primero que Callie hizo al verme esa mañana, fue darme una muy, pero muy, merecida cachetada.
Y no es como si yo pudiese hacerme el tonto sobre lo que pude haber hecho o no para merecerla, porque la palabra culpable se escribía con tinta indeleble por todo mi rostro. Aunque eso no significó que no me sintiera ligeramente ofendido cuando los ojos de mi mejor amiga me observaron como si yo fuese el traidor más gigantesco de la historia. Mis motivos habían sido nobles, tal vez la forma de expresarlos fue el verdadero problema.
—¿Y quién carajos crees que eres? —escupió en un murmullo mientras me jalaba hacía su habitación. El señor Anderson ni siquiera mostró curiosidad por la forma en la que su hija me trataba, sino que solo hizo un gesto militar con la mano a modo de saludo mientras seguía concentrado en su teléfono.
Yo me abstuve de hacer algún pedido de auxilio, sabía que ni siquiera él podría librarme de la paliza que su hija me daría. Y una vez estuvimos seguros en la privacidad de su abarrotada habitación, Callie me soltó para preparar un segundo round. Solo que esta vez estuve preparado y sujeté su muñeca antes de que esta pudiera volver a golpearme.
—Sabes que tengo razón —insistí elevando ambas cejas al mirarla.
Me sentía imponente, inútil y un desgraciado. Sabía que la estaba lastimando, pero optaba aquella opción por sobre las consecuencias de lo que sea que estuviera haciendo con Tristan. No importaba si el moreno realmente sentía cosas por ella, todos sabíamos que, llegado el momento, no tenía forma de salvarla del castigo que se le daría a ambos. Pero sobre todo a ella.
La peor parte se la llevaría ella.
Y yo no iba a permitirlo.
—Callie —susurré su nombre despacio, llamando a la tregua y a la razón mientras la sostenía de los hombros. Un brillo frágil y pequeño cruzó sus ojos oscuros, haciéndome saber que ella también estaba al tanto de las consecuencias pero que, a diferencia de mí, estaba dispuesta a correrlas —. No podré protegerte si los llegan a descubrir. ¿Crees que mi madre será piadosa luego de lo que pasó con la tuya? Conoces las reglas, conoces el castigo, ¿en serio vale la pena?
Jamás entendería bien lo que unía a su familia con la mía, jamás comprendería la razón de aquel vínculo que las torturaba y esclavizaba. Había presenciado la unión de la magia de Callie con mi familia, la ceremonia había estado plagada de un aire venenoso y erróneo, la magia que se empleó para atarla a Oliver...
El grito que aquella niña había pegado en el momento en que la marca floreció en su espalda se había grabado en mi memoria, en mi pecho. No se convertían en un igual, sino que uno se doblegó hacía el otro. Callie se ataba una correa repleta de espinas venenosas que la obligaba a obedecer a mi hermano, que la convertía en un arma que él podría usar cuando le plazca.
