El Encanto del Lobo |BL| |✔️|

| Epilogo |

|¿Quién está en las sombras?

¿Quién está listo para jugar?

¿Somos los cazadores o somos la presa?|

Game of survival - Ruelle

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|Wyatt:|

El susurro fantasmal de los ancestros se detuvo de golpe cuando abrí los ojos y la oscuridad fue todo lo que recibí a cambio.

Mi pulso galopaba en mis oídos y sentía todo el cuerpo frío. Como si, en vez de estar dentro de casi un millón de mantas durmiendo junto a un calefactor humano a mi lado, me encontrara en realidad a mitad del bosque en pleno invierno.

Y acostumbrado a ello, dejé salir con lentitud todo el aire que había estado reteniendo mientras dormía. A mi lado, Cyrus dejó escapar un suspiro quejumbroso mientras afianzaba su abrazo alrededor de mi cintura. No lo había sentido llegar, aunque también estaba acostumbrado a ello. Las pesadillas que tenía muchas veces lo dejaban en un estado paranoico y, a través de los años, había convertido mi habitación como un sitio al cual siempre podría correr a refugiarse.

El sueño se había disipado con una rapidez antinatural, dejando en cambio un silencio tan vacío de todo en mi cabeza que por un momento me pregunté si en realidad no estaba soñando. El dolor que me provoqué a mí mismo al morderme la mejilla interna fue prueba suficiente como para saber que estaba realmente despierto.

Y recordé la razón de ello segundos después.

Lo último que había escuchado de los espíritus que rondaban el bosque de Emerald había sido el nombre de Killian Haraldsen. Y una parte de mí se irritó un poco porque la razón de la interrupción de mis horas de descanso fuese el idiota, pero otra, guiada por lo demás, me instó a levantarme y salir de la cama para averiguar el resto. Con cuidado de no despertar a Cyrus, me deshice de su abrazo y coloqué una almohada de manera horizontal para reemplazar mi propio cuerpo.

Entre sueños, el brujo frunció el ceño sin estar totalmente de acuerdo con el cambio, pero para mi alivio no despertó. Era mejor así, al menos uno de los dos descansaría un poco. Despacio, quité unos mechones de su flequillo que caían sobre sus ojos y lo observé un momento.

Las ojeras habían sido pronunciadas bajo su ojos las últimas semanas y se había hecho costumbre verlo bebiendo algún té tranquilizador por las noches antes de que nos fuéramos a dormir. Decir que no funcionaban era poco.

Solté una pequeña exhalación y me levanté de la cama buscando una sudadera para ponerla. El frío fantasmal había entumecido mis músculos y, en el reflejo del espejo antes de vestirme, noté las huellas que los ancestros habían dejado sobre mi cuerpo cuando vinieron a visitarme antes de despertar. Marcas de manos como si hubieran intentado levantarme, sin mucho éxito, empleando una fuerza bruta capaz hasta de traspasar mi carne y romper mis huesos. No tuve tiempo de preocuparme por ellos, habían pasado demasiados años, antes de conocer a Zach, desde que la última vez que aquellas huellas moradas sobre mi piel me hubieran alarmado.

Ahora, solo eran una molestia constante que me obligaba a cubrirme para que los demás no se dieran cuenta de que había tenido visitas nocturnas que solo traían malas noticias.

Salí de la habitación y bajé al primer piso. La cabaña se encontraba completamente en silencio, con Emmet seguramente metido en el octavo sueño. Solo Zach, como siempre, debía de seguir despierto además de mí. Y era a quien necesitaba en aquel momento.