| Capítulo XXVII |

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|Estoy destrozado por ti.

Es un hechizo que no puedo deshacer.

Oh, sabes que no puedo escapar.

Estoy muy en el fondo como para salir.|

Storm - Ruelle

|Killian Haraldsen:|

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|Killian Haraldsen:|

Comenzó como un simple juego, pero el constante roce y el calor que desprendíamos pronto lo convirtieron en algo más. El ritmo gentil que habían marcado nuestros labios en un inicio pasó a ser la pura definición de hambre y deseo.

Y ninguno supo bien quién perdió primero.

La habitación se convirtió en un conjunto de sombras sin forma o importancia cuando el fuego crepitó entre ambos y mi cuerpo actuó en consecuencia a sus acciones. Darian poseyó mi boca como si esta fuese todo lo que importa y yo me entregué a él sin siquiera cuestionar, guiándome por el instinto que me pedía más. Que me suplicaba que buscara más.

Mi lengua se abrió paso dentro de su boca demandante y el choque entre ambas le arrancó un jadeo que hizo eco en lo profundo de mi ser. Porque nada, jamás, en ningún universo posible, sonaría tan fascinante como el mosquito cuando estaba excitado. El cuerpo de Darian se sintió duro contra el mío, colocado fielmente entre mis piernas, sujetando con un agarre animal mis muñecas a cada lado de mi cabeza.

No me dio salida o me dejó moverme de mi lugar bajo suyo, sino que hasta lo escuché gruñir cuando busqué liberarme. Casi sonreí, pero un chispazo de dolor me arrancó un quejido cuando mordió mis labios. De pronto, el mosquito había pasado también de ser un juguetón amante a uno mucho más posesivo y carnal.

—No te muevas —susurró en un tono caliente y demandante, abandonando mis labios para mirarme.

No pude definir si lo que veía en sus ojos era frialdad o un infierno ardiendo. Aún así, estaba bastante seguro de que cualquiera de los dos me gustaba mucho.

—¿O qué? —pregunté, también por lo bajo, solo para tentarlo.

En algún intervalo soltó una de mis manos y usó la misma para acariciar mis labios con su pulgar, dejando con los suyos un beso fantasmal. Me encontré anhelando acortar aquella distancia abismal en el gesto de una manera tan dolorosa y que, aunque ambos seguíamos vestidos, se sintió como el momento más íntimo que hubiéramos tenido desde el instante en que nos conocimos.

Porque no fue mi cuerpo, pegado al suyo, el que sintió aquella brecha entre ambos.

Sino mi alma.

Y el miedo floreció en medio de las llamas del deseo que había estado sintiendo, sin apagarlas por completo, sino uniéndose a él de una forma inexplicable para mí.

El Encanto del Lobo |BL| |✔️|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora