Toujours Pur

.XXVII.

A la mañana siguiente los merodeadores se despertaron temprano para tener tiempo de empacar sus cosas, aunque algunos directamente ni habían dormido como era el caso de Remus y Sirius que se habían pasado la noche en la sala común escuchando música en el tocadiscos.

Este año el vagón de los merodeadores se había llenado más ya que aparte de los cuatro chicos también estaban Lily, Mary y Marlene.

En algún momento del viaje James sacó un pequeño cuchillo robado de las cocinas del castillo y se agachó bajo el asiento.

-Lily: Potter, no puedes ir dañando la propiedad de la escuela, el tren no es tuyo para que estés escribiendo en él con un cuchillo que encima es robado- le reprendió-.

James hizo caso omiso y le pasó el cuchillo a Sirius quién copió su acción. Se agachó bajo el asiento y escribió bajo el nombre del Potter el suyo. Únicamente Sirius, sin Black. Un poco más abajo trazó las iniciales suyas y de Marlene.

De Sirius pasó a Remus, de Remus a Peter, de Peter a Mary, Marlene y finalmente Lily que también escribió.

-James: Evans, no puedes ir dañando la propiedad de la escuela- la reprendió con burla-.

-Lily: Ohh callate Potter.

Tras un largo viaje finalmente, y para lamento de Sirius, llegaron.

Sirius se despidió de Marlene con un corto beso y las chicas se marcharon dejando solos a los Merodeadores. Peter se fue rápidamente con la escusa de no hacer esperar a sus padres.

-James: Consigue la crisálida, termina el mapa y por favor, mantén la cabeza agachada. Ten mucho cuidado, ¿Vale? No quiero que te pase nada.

Remus le dio un rápido abrazo y él estuvo a punto de romper a llorar. Pero un Black no llora.

-James: He pensado que tal vez podamos convencer a tu madre que vengas a lo mío. Remus vendrá.

-Sirius: Sabes que es imposible que me dejen- añadió recogiendo su equipaje de mano-.

-James: Podemos decir que tenemos un trabajo de McGonagall. A lo mejor funciona. Pero si no, sabes que las puertas de mi casa estarán siempre abiertas para ti.

-Sirius: Gracias James.

Se dieron un corto abrazo y con una última sonrisa se fue a buscar a su hermanito.

Una vez que lo encontró puso su rostro en blanco carente de cualquier emoción y notó como al instante muchas personas se alejaron de su alrededor. Caminaron con pasos firmes y elegantes hasta su madre e hicieron una pequeña reverencia con la cabeza.

-Sirius: Bonjour mère.

Esta solo asintió e inmediatamente se aparecieron en Grimmauld Place.

El lugar estaba lúgubre como siempre y no pudo evitar estremecerse cuando una gélida brisa rodeo su cuerpo. Grimmauld Place siempre había sido un lugar muy frío y tétrico.

Sin esperar ninguna indicación de su madre, cogió su baúl y subió las escaleras hasta su habitación. Estaba muy cansado como para escuchar a su madre. Allí comenzó a desempacar aunque dejó todo tirado por allí. Sacó todos los pergaminos y los esparció por su amplio y desordenado escritorio y comenzó a trazar.

-Walburga: Sirius- dijo con con su monótona voz- Creo que esos no son los modales que te hemos inculcado. Baja las escaleras y saluda a tu padre- miró a su alrededor- Y ordena este desastre de habitación.

-Sirius: Luego lo haré, ahora mismo estoy ocupado- dijo sin levantar la mirada del pergamino-.

-Walburga: ¿Y se puede saber que tanto estás haciendo para tener que desobedecer mi orden?- se acercó a su hijo y miró lo que estaba haciendo- ¿Qué diablos es esto?

En un rápido movimiento le arrebató los pergaminos y los sujetó con fuerza en su mano.

-Sirius: ¡Devuelvemelos! ¡Son míos!- trató de quitárselos fallando en el intento-.

-Walburga: ¿Qué es?

-Sirius: ¡Tarea! De la profesora McGonagall. Nos ha mandado hacer un mapa del castillo porque siempre nos perdemos para ir a clase- contestó rápidamente-.

-Walburga: ¿Nos?

-Sirius: ¡Sí! Mis compañeros de habitación y yo. Realmente no hablo mucho con ellos pero McGonagall también nos ha mandado un trabajo grupal para estas vacaciones y debemos vernos, lo más probable en la casa de los Potter.

Con una mirada curiosa Walburga se metió en la cabeza de su hijo. Sintió como hurgaba en sus pensamientos y como trataba de encontrar lo que buscaba. Aunque no contaba con la experiencia que tenía ya el muchacho que consiguió mostrarle a su madre únicamente lo que él quería. Con una última mirada salió de su cabeza y le entregó los pergaminos.

-Walburga: Únicamente irás a los Potter si ellos mandan una nota y la profesora la firma, si no, no saldrás de esta casa hasta la vuelta a Hogwarts- volvió a mirar a su alrededor- No te lo voy a reperir, ordena esta habitación. La cena será en una hora, para entonces lo quiero todo perfecto.

Sirius asintió y madre se marchó. Soltó todo el aire que tenía tras darse cuenta que todo el tiempo había mantenido la respiración y se apresuró a mandarle una carta sa James.

Estimado James Potter,

Lamento escribirle a estas horas pero quería comunicarle que mi madre, Walburga Black, únicamente me dejará acudir a su casa para aquel trabajo de transformaciones si el matriarca o la matriarca de su familia escribe una carta a mis progenitores Orión Black y Walburga Black. Además, ambos requieren una firma de la subdirectora Minerva McGonagall que confirme que la tarea es un asunto real y no sólo una invención por parte de su familia, ya que espero que entienda mi papel como heredero y la regla de no juntarme con personas de menor rango que mi familia. Y eso incluye a su familia.

Espero su respuesta lo antes posible.

Heredero Sirius Black III.

Metió la carta en un sobre y escribió la dirección por detrás. Se sentía mal por escribirle tales cosas a James pero sabía con certeza que su madre intercepatía la lechuza y leería la carta antes de que está saliese de la casa.

Y naturalmente lo hizo.