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Las vacaciones estaban siento tortuosas y malditamente largas

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Las vacaciones estaban siento tortuosas y malditamente largas. No podía quejarse pero, estaba tan acostumbrado ya a Hogwarts que su hogar se sentía frío y vacío.

Aunque no lo admitiría nunca en voz alta, sentía un vacío a su alrededor. Extrañaba a James Potter casi tanto como había extrañado a su hermanito este año. Tampoco se podía sacar de la cabeza los ojos ambarinos del Lupin. El como caía su cabello castaño claro hasta llegar a sus párpados y como aquellas pequeñas pecas adornaban todo su rostro.

Se levantó perezosamente y bajó a una de las infinitas bibliotecas de su casa. No iba a mentir, tantos años de aburrimiento habían hecho que ya hubiese leído la mayoría de libros.

La gran parte de estos eran sobre artes oscuras. Una magia peligrosa y mayormente ilegal, pero... Bastante interesante.

Luego había otra sala con libros especializados únicamente en los Black. Orígenes, costumbres...

Sirius camino por las largas estanterías sin buscar nada en especial, cuando le llamó la atención un libro en concreto.

-Como identificar a un licántropo- leyó-.

Primer capítulo: Historia
Segundo capítulo: Síntomas.

Los licántropos son hombres o mujeres condenados a convertirse en monstruos una noche mensualmente. Normalmente estas personas son más enfermizas de lo normal, presentan gran cantidad de cicatrices y suelen tener un mal humor cerca de la luna llena. Esto incluye desapariciones y grandes bolsas bajo los ojos junto a una piel pálida y ojos dorados el día de la luna llena.

Tercer capítulo: Peligros.

Sirius dejo de leer. No, era imposible que Remus fuese un licántropo, ¿Verdad? Pero, él no se comportaba como un monstruo, en verdad, era muy amable y amigable. Pero si sus sospechas eran ciertas, dentro de lo demás, el era un hombre lobo, una jodida bestia peligrosa.

Pensó en los ojos ambarinos de Remus. Se negaba a creerlo pero ahora que lo pensaba, las evidencias eran muy claras. Remus Lupin desaparecía una vez al mes escusándose de ir a ver a su madre enferma. Tenía una gran cantidad de pálidas cicatrices que, en su momento, Sirius pensó que venían de casa, de a lo mejor, un hogar como el suyo. Sus ojos... Había pensado que solo era cosa de la luz o una ilusión pero resultaba que no. Anteriormente había visto en el baúl de su amigo un calendario con todas las lunas llenas marcadas pero no le había prestado mucha atención.

Todo era muy claro, Remus era un hombre lobo.

Unos gritos lo sacaron del trance en el que estaba y salió corriendo.

Su hermano estaba en problemas.

Fue en busca del origen de los gritos hasta que llegó a una de las grandes salas de la noble casa Black. Allí estaba Regulus sentado en el piano llorando mientras interpretaba una famosa melodía de Beethoven. A su lado, Walburga empuñando su varita al borde de perder los nervios.

-Walburga: ¿¡Qué quieres!?- preguntó al verle y su hermano se detuvo- Estoy demasiado ocupada con este granuja, ¿¡Qué te ocurre!?

Sirius miró a su hermano que lo miraba con tristeza.

-Sirius: Regulus ya lleva horas sobre el piano, madre.

-Walburga: Y seguirá así hasta que no consiga interpretar la partitura en su perfección, ¿Algo más?

-Sirius: Que es hora de que descanse, yo le relevaré. Ya está muy cansado.

Walburga miró a su hijo mayor y luego al menor quién ya había dejado de llorar pero aún tenía restos de lágrimas secas sobre sus mejillas.

-Walburga: Tú ya no necesitas practicar, tu hermano sí. Ahora, lárgate.

-Sirius: Pero madre-

-Walburga: Nada de peros, ¡Vete!

-Sirius: Yo- No, no me voy a ir.

Dijo con decisión bajo la acusadora mirada de su madre y el rostro preocupado de su hermano.

-Walburga: ¿No?- miró a su primogénito- Bien, Regulus, sube a tu habitación. Hemos acabado por hoy.

El menor salió de la habitación casi corriendo.

-Walburga: En cuanto a ti- miró a su hijo- Deberás entender que lo que te diga se hace. Soy tu madre y tu debes obedecer- lo apuntó con su varita- Lacero.

Sirius sintió como su carne se abría y la camisa quedaba manchada de un intenso rojo carmesí. El muchacho cayó de rodillas mientras agarraba su pecho con fuerza a la misma vez que soltaba un grito desgarrador.

Pero estaba bien. Había impedido que su hermano consiguiese un castigo por llorar. Eso era lo único que necesitaba.

-Walburga: ¿Por qué haces esto? ¿No ves que no ganas nada así? A mí no me importa castigarte. Discúlpate.

Sirius bajó la cabeza sumiso.

-Sirius: Lo siento madre, no volverá a ocurrir.

-Walburga: Sube a tu habitación, estarás castigado sin cena los próximos dos días.

El muchacho subió lentamente las escaleras de su casa mientras seguía agarrándose el pecho. Sangraba bastante y no sabía si llegaría a desmayarse. Pero finalmente llegó a su habitación y se encerró.

Despacio se retiró la camisa ensangrentada y observo el corte. Este iba desde su hombro izquierdo hasta las costillas derechas. Era un corte profundo que seguía sangrando así que rebuscó en su baúl y saco algunos urgüentos que le había robado a madame Pomfrey. Se los aplicó y rápidamente la herida comenzó a escocer mientras se cerraba. Lamentablemente, quedaría una horrible cicatriz rosada.

El muchacho sollozo. Dolía, dolía mucho. Pero no pudo evitar pensar en que quedaba solo una semana para volver a Hogwarts. Una semana y sería libre.

 Una semana y sería libre

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