Serguei, 7 años.
Una semana después...
Toco dos veces la puerta de madera frente a mí, coloco mis manos detrás de mi espalda mientras espero pacientemente por un par de segundos, hasta que es abierta y veo un par de piernas enfundadas en un traje negro.
—Oh, Serguei. ¿Me necesitas?
Levanto la mirada hacia el rostro de Viktor, quién me sonríe al tenerme a su frente y nuevamente, mi valentía se marcha en el momento en que me encuentro con sus ojos gris azulado
Juego un momento con mis dedos antes de preguntar en voz baja.
—¿Puedo pasar?
—Seguro, pequeño— abre más la puerta, entro con pequeños pasos cautelosos pero al mismo tiempo, con algo de seguridad ante lo que quiero decir— ¿Estás bien? ¿Ocupas algo?
—Yo...sí— murmuro, mirando a cualquier parte menos su rostro— ¿Puedo tomar asiento?
—Claro que sí— acomoda una de sus sillas, doy un brinco para sentarme cosa que lo hace sonreír antes de que se coloque a mi frente— ¿Cómo te has sentido esta semana con nosotros?
—A gusto...— respondo, trago saliva— y de eso...quiero hablar.
—De acuerdo.
No digo nada por un par de segundos, porque no sé como decirle que me quiero quedar, por temor a que haya cambiado de opinión y me corra de su casa. Entonces, no volvería a tener comida calentita y no podré volver a jugar con Sevastien.
Las cejas de Viktor, se fruncen.
—¿Quieres regresar...?
—¡No!— exclamo, sus cejas se arquean y mis mejillas se ponen rojas— yo...lo siento. Lo que quiero decir es que...— miro mis dedos— me quiero quedar...— digo finalmente— solo...sí, no ha cambiado de opinión...si es así...¡Lo comprenderé! ¡Me iré hoy mismo y no tendrá que volver a verme y...!
Me bajo de la silla para comenzar a caminar de un lado a otro, escucho como Viktor se pone de pie pero no le tomo atención, sigo con mis palabras de forma apresurada.
—¡Prometo que no volveré a molestarlo...!
—Serguei. Serguei...
Viktor coloca sus manos en mis hombros e inmediatamente, espero a que mi cuerpo se tense pero no sucede nada. Al contrario, se siente agradable su toque mientras que me mira con cierta confusión.
—Respira, ¿de acuerdo? Haz lo que yo hago, ¿sí?— asiento— inhala— lo hago— exhala— no dudo en repetirlo, sonríe— ¿Mejor?
—Sí, gracias.
—Ahora, dime, ¿por qué crees que cambiaría de opinión?
—No lo sé...— trago saliva— muchas personas lo han hecho conmigo, no me sorprendería si me dijera que...
—Jamás haría eso, ¿entiendes?— asiento, otra vez— no te habría traído conmigo de no creer que eres un niño especial para mí, Serguei, ¿sí?
—De acuerdo.
—Aparte, te he visto esta semana junto a Sevastien— sus ojos brillan, como si quisiera llorar— y tengo que darte las gracias, pequeño. Porque no había visto sonreír a mi hijo desde hace varios años y eso me hace muy feliz, sobre todo me reafirma que eres alguien especial por quien vale la pena luchar, aunque no lo creas.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—¿De verdad cree eso?
—Estoy más que seguro— sonríe— y puede ser que esto tampoco me lo vayas a creer, pero has cambiado muchas cosas en los pocos días que llevas aquí. En especial para Sevastien y para mí, te queremos como un miembro verdadero de nuestra pequeña familia.
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Votiakov: La historia.
General FictionNacemos. Vivimos. Y morimos como todos los humanos. Ese no es mi caso. Yo nací y morí en vida. Y sigo estando muerto. Miro a las personas más cercanas a mí. Ellos encontraron una pareja con la cual pasar el resto de su vida. Casarse y tener hijos...