Capítulo 05

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Serguei, 8 años.

Febrero.

Jadeo con falta de aire mientras que el sudor me recorre en todo el cuerpo, me doblo un momento para colocar mis manos en mis rodillas antes de que me agache justo a tiempo para esquivar el golpe que me lanza Sevastien con la vara de madera que tiene en sus manos.

Recuerda, Serguei.

Mente clara.

Control de respiración.

Nunca pierdas de vista a tu oponente o terminarás muerto.

Palabras de Viktor, no mías.

Logro recuperarme a tiempo para bloquear el nuevo ataque de Sev mientras que muevo la vara en dirección contraria, cambiando nuestras posiciones mientras que con mi pie, aplasto la vara contra el suelo y le doy un golpe con mi puño a mi amigo en el estómago que lo hace quejarse.

—¡Rayos!— se queja con la respiración entrecortada— ¡Dolió, Votiakov!

—¡Pienso ganar esta, Stirling!

Una sonrisa desafiante se forma en sus labios antes de que me mira con sorna, se echa a reír.

—Sí así lo deseas...¡De acuerdo!

Me agacho en el momento en que me intenta golpear en el rostro, pero me doy cuenta tarde que era solamente un truco para engañarme y barre sus piernas con las mías para que caiga al suelo, ruedo por el tapete para esquivar el golpe con la vara antes de que la tome con mis dos manos, evitando que vuelva a golpearme.

—¿Asustado, hermano?

Sonrío con cierta petulancia.

—Ni un poco, hermano.

Entonces, levanto una de mis piernas para golpear en medio de su entrepierna haciendo que suelte la vara de madera y se doble de dolor, chilla por el golpe antes de fulminarme con la mirada mientras que sisea en mi dirección un veneno cargado de dolor.

—¡Los minis panditas no, Serguei! ¡Duelen!— se queja, cayendo al suelo— diablos, como odio que hagas eso en los entrenamientos.

—Oye, no pensaba dejarte ganar— cruzo mis brazos encima de mi pecho, jadeo por algo de aire— sí voy a ser como Artem, debo superarte en muchas cosas, Sevastien.

—Lo sé, pero tampoco me maltrates tanto, ¿sí?

—No seas llorón, Sevastien.

—Llorón tu cola, Serguei.

—Mi cola no llora, se tira flatulencias muy apestosas— arrugo mi nariz— más cuando como lasaña de más, ahí sí, me moriré por mi propia culpa.

—Ojalá lo hagas, no te soportaré ni un minuto más a como me sigas golpeando en las partes bajas.

Una sonrisa malvada se forma en mis labios.

—¿Quieres que me tire una y lo comprobamos? Comimos sopa de remolacha, bien podría mejorar mi sistema digestivo, para que suelte un gasesito...o dos...

Los ojos de Sevastien se abren más por la sorpresa, antes de que arrugue sus cejas junto a su nariz mientras que me parto de la risa al ver su expresión de horror mezclada con asco.

—¡Asqueroso! ¡Tampoco quería saber eso, hermano!

—Oye, tú preguntaste. Yo respondí.

—Dios, como te odio.

—Te garantizo que el sentimiento es mutuo, Stirling.

Entonces, una sonrisa malvada se forma en sus labios mientras que su mirada gris, se encuentra con la mía y no tengo tiempo de reaccionar, porque nuevamente me barre con sus piernas para tirarme a la par que recupera la vara de madera para golpearme con ella, pero también soy rápido para volver a bloquear su ataque con mis manos y mis brazos se tensan por el esfuerzo.

Votiakov: La historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora