Capítulo 18

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Serguei, 25 años.

Tardo un par de segundos en procesar la información, mientras que las palabras de mi hermano, se repiten en mi cabeza.

Secuestraron a Alaska.

Vuelvo a mirar a mi hermano, para asegurarme que he escuchado bien.

—¿Qué has dicho?— inquiero en tono bajo—. ¿Has dicho que...?

—Joder, sí, hermano— exclama con evidente desesperación, pasando una mano por su cabello y veo como traga en seco—, han secuestrado a Alaska.

—Pero...— sigo sin procesar bien la información—, ¿estás...?

—Lo estoy— responde, antes de sacar su teléfono—. Estoy más que seguro, hermano.

Esta vez, soy yo quién traga en seco al ver la fotografía que me muestra, donde se podía apreciar a Alaska Smirnova atada a una silla, mientras tenía varios golpes en el rostro a la par que lágrimas de rímel corrido, se deslizaban en sus mejillas.

De acuerdo...

Esto es una mierda.

—¿Cuándo te llegó la fotografía?

—Hace una hora— responde en tono bajo, casi puedo vislumbrar pequeñas lágrimas de desesperación que se acomulan en sus ojos—. No había visto el mensaje, hasta que comenzó a sonar mi teléfono, respondí al ver que se trataba de Alaska...— vuelve a tragar en seco—, pero no era ella, hermano.

—¿Pidieron algo a cambio de que la suelten?— asiente, era más que obvio que habían ido tras ella, con tal de joder a mi hermano. Sevastien, se queda en silencio ante mi pregunta—. Sev, ¿que han pedido a cambio de que suelten a Alaska?— pregunto en un tono más frío—. ¡Sevastien!

—Mi renuncia al trono rojo— responde finalmente, me quedo en blanco ante sus palabras y pierdo parte de la respiración en la conmoción—. Quieren que me haga a un lado, para cuando suceda la transición de poder, todo quede en manos de la mesa y escojan al que mejor dinero pueda apostar.

—¿Quién está detrás de todo esto, Sev?

—Chernov.

Hijo de puta.

Faddei Chernov, era un bastardo resentido desde el hecho en que Sevastien y yo, comenzamos a escalar de forma rápida en la Bratva antes de nuestros veintes y era fecha que no supera el hecho de que estábamos encima de él, haría cualquier cosa para vernos fuera del juego y ser el próximo candidato viable para subir al trono rojo.

Doble mierda.

—Ese bastardo se ha buscado la muerte, en serio— mascullo, Sevastien, se mantiene en silencio mientras que su mirada se encuentra perdida en algún punto fijo de la pared y por un momento, temo la idea que se le cruza la cabeza—. Dime que no tienes pensado hacer semejante estupidez de Chernov, Sevastien.

—¿Qué opciones tengo?— inquiere en tono extrañamente frío—. ¡Estamos hablando que se trata de la vida de la mujer que malditamente amo, Serguei!

Por mi pueden matar a la perra, y mis problemas, estarán más que resueltos.

Claramente, mi hermano no pensaría lo mismo.

—Y también estamos hablando de tirar a la basura todo el maldito trabajo que hemos hecho en años, Sevastien. ¡En años!— exclamo lo último—. Tiene que haber otra forma, o...— una teoría se forma en mi cabeza—. Sev, ¿y sí se trata de una trampa?

—Siempre hemos sabido que Chernov, es de artimañas sucias para conseguir lo que quiere— responde en tono exasperado, mezclado con desesperación—. Mi prometida, no ha sido la excepción, hermano. La tiene en sus manos, para joderme.

Votiakov: La historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora