Serguei, 18 años.
Cierro el último cierre de la maleta que tengo encima de la cama, antes de tomar la correa y colgarla en uno de mis hombros mientras que agarro la última caja que queda en mi habitación, misma que tiene algunas pertenencias más personales y camino en dirección a la entrada de mi habitación, pero me detengo un momento para observar todo el espacio.
A pesar de que no he acumulado tantas cosas a lo largo de los años que llevo viviendo aquí, mi habitación se ve igual de espaciosa, como la primera vez que Viktor me mostró este lugar, cambiando mi vida por completo.
Le debo todo lo que soy, en realidad.
Sin él, no tendría ni una pizca de todo lo que he tenido y tengo desde hace once años.
Y nunca, me alcanzarían las palabras junto a mis actos, para agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
Creo que nunca lo harán, le debo mucho a los Stirling, por darme cobijo bajo su ala.
Sobre todo, porque me dieron una familia que sí me quiere.
No dejo de mirar las cuatro paredes que han sido testigo de cada uno de los momentos más importantes de mi vida, desde los horribles hasta los más felices y no puedo evitar sentir cierta nostalgia, al tener que irme, pero es momento de que lo haga.
Es hora de comenzar otro capítulo de mi vida.
Aunque dicho capítulo, comenzaba a más de setecientos kilómetros de Moscú.
Será un proceso complejo, pero estoy seguro que nos adaptaremos a los nuevos cambios.
Dos toques en la puerta de mi habitación, me saca de mis pensamientos y giro mi cabeza por encima de mi hombro, para encontrarme con la persona que se encuentra en la entrada. Solamente, para encontrarme con la mirada gris de Sevastien, quién sonríe con cierta nostalgia ante la habitación vacía.
—¿Nostálgico, hermano?
—Algo, hermano— respondo en tono bajo, sin dejar de mirar las paredes—. Es extraño, simplemente.
—Lo sé— asiente, para colocarse a mi lado y mira las paredes—, pasamos muchas cosas aquí, más bien, en toda la casa. Lo que siempre atesoro de nuestra casa, es el hecho de que fue la misma que me dió a un gran hermano, por el cual daría mi vida y él, daría la suya por mí.
Sonrío un poco de lado, golpeando mi hombro con el suyo en forma de broma. Sev, se ríe por lo bajo antes de acomodar el puente de sus gafas.
—Nuestras vidas cambiaron en esta casa, Sev.
—Más bien...— ladea su cabeza, sonriendo de la misma manera en que yo lo hago—, cambiaste muchas. Principalmente, la mía, hermano. Espero que lo sepas, Votiakov.
Me encojo un poco de hombros, sin querer darle mucha importancia a sus palabras, pero no lo consigo, porque ellas han logrado llegar al fondo de mi alma, que me cuesta un poco procesarlas.
—¿Realmente cambié tu vida, idiota?
Sevastien, no duda en asentir para quitarme la caja de las manos y ambos, comenzamos a salir de mi habitación, donde cierro la puerta detrás de mí, para ir hacia las escaleras mientras tanto, mi hermano responde.
—Como no tienes una idea, hermano. En serio, Serguei. Has hecho muchas cosas por nosotros, que ni siquiera te das cuenta.
—Ustedes tampoco, tienen idea de lo mucho que han hecho por mí.
—Lo sabemos, hermano— sonríe un poco—. Hiciste que volviéramos a ser una familia. Lograste que mi padre y yo volviéramos a conectarnos, para no ser unos desconocidos tras la muerte de mamá, y eso, está para reconocerse.
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Votiakov: La historia.
General FictionNacemos. Vivimos. Y morimos como todos los humanos. Ese no es mi caso. Yo nací y morí en vida. Y sigo estando muerto. Miro a las personas más cercanas a mí. Ellos encontraron una pareja con la cual pasar el resto de su vida. Casarse y tener hijos...