Serguei, 27 años.
Un pesado y denso silencio se hace presente en el estudio de Viktor, mientras que Sevastien, toma una respiración mucho más profunda que la de hace un momento y ambos, miramos de forma fija a Viktor quién mantiene una expresión neutral, pero decidida en su rostro.
Mi hermano, asiente de forma lenta, como si estuviera procesando aún las palabras y a mí, me cuesta también procesarlas, hasta que Sevastien, tiene la brillante idea de abrir la boca.
—Carajo, creo que he escuchado mal— exclama a la nada—. Es más, ¿estamos seguros que no se trata de un sueño? ¡Que alguien me golpeé, por favor!
Viktor y yo rodamos los ojos, antes de que le propine un sonoro y seco zape en su cabeza.
—¡Ay!— se queja, llevando su mano hacia la zona afectada mientras que me mira con los ojos entrecerrados—. ¿Sabes que duele?
Arqueo una ceja.
—¿Y sabes que lo has pedido de forma explícita, pedazo de animal miope?
Opta por quedarse en silencio, sabiendo que tengo razón, antes de volver a mirar a Viktor, quién no ha cambiado parte de su postura firme, segura y seria acerca de sus palabras.
—Está bien, está bien...— Sevastien, vuelve a romper el silencio con sus diarrea verbal mientras que pasa sus manos por encima de su pantalón, señal de que está nervioso—. Vamos a recapitular estos cinco minutos, ¿de acuerdo?— mira al hombre frente a nosotros—. Tú— lo señala—. Mi padre, Viktor Stirling actual Rey Rojo de la Bratva. Él hombre que es capaz de sacarme de su herencia por decir que es momento de usar el viagra, y que también, es el hombre capaz de matarme de un sólo movimiento de su mano alrededor de mi cuello por mis idioteces...— por el semblante de Viktor, estaba seguro que estaba a nada de perder de la paciencia, antes de que suelte un sonoro suspiro—. Mismo hombre que ha jurado morir para la Bratva...¿se retira?
—Noooo, ¿cómo crees, mocoso idiota?— exclama Viktor con evidente sarcasmo—. Simplemente, me levanté con ganas de hacer bromas para que replantees el sentido de tu mortífera vida.
—Papá, pensé que habíamos dicho que tus bromas son muy malas y que no causan ninguna gracia.
—Menos mal que lo sabes, porque entonces, tendría serias dudas acerca de tu capacidad mental para comprender unas simples palabras, Sevastien— afirma en tono seco, mi hermano opta por cerrar la boca—. He dicho que me voy a retirar, y por ende, es hora de que tomes el puesto que es tuyo por derecho de nacimiento.
—Más...— Sevastien, rasca el costado de su cabeza—, ¿estás enfermo?
—No.
—¿Te estás muriendo?
—No para tu suerte, mocoso.
—¿Has tenido un brote psicótico que te haya volado toda la cabeza y ya no confías en tu capacidad mental para manejar la Bratva y dejas al loco de tu hijo a cargo?
Pellizco el puente de mi nariz, contando hasta diez para no matarlo con su palabrería, pero al mismo tiempo, me alegraba un pequeño destello de su antiguo yo, aunque durara breve minutos.
Una vez que termine de asimilar que ha llegado su momento de ascender al trono rojo, estoy seguro que volverá a ser el mismo témpano de hielo de siempre.
—El día que me vuelva loco, te garantizo que no será por culpa de la Bratva— sisea en su dirección, entrecerrando sus ojos—. Si no de mi hijo medio estúpido parlanchín, al que le voy a meter una bala por no cerrar la boca.
—Ten algo de paciencia, viejo, que apenas sigo asimilando el hecho de que te vas a retirar por voluntad propia y no porque mamá te haya amenazado de forma explícita cortar tus bolas, si no comenzabas a tomarte vacaciones— se hace un pequeño silencio por parte de Viktor. Tengo que morder mi labio inferior, al caer en cuenta del peso de sus palabras. Sevastien, obviamente, no lo oculta y se comienza a reír—. Joder, ¿es en serio? ¿Mamá te ha amenazado con cortarte las pelotas si no comenzabas a tomar vacaciones?
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Votiakov: La historia.
General FictionNacemos. Vivimos. Y morimos como todos los humanos. Ese no es mi caso. Yo nací y morí en vida. Y sigo estando muerto. Miro a las personas más cercanas a mí. Ellos encontraron una pareja con la cual pasar el resto de su vida. Casarse y tener hijos...