Para Rodrigo no había momento más satisfactorio que regresar a su hogar luego de una visita al médico. Su cabeza podía descansar en la suavidad de la almohada y su mente dejaba de pensar exageradamente por unos minutos. Una completa calma lo aislaba de sus preocupaciones mientras iba cayendo poco a poco en el mundo de los sueños, en un estado de reposo.
Realmente odiaba su condición. Odiaba hacerse un chequeo semanal, odiaba las pastillas pasando en su garganta y la voz monótona del doctor. Lo odiaba demasiado.
Pero quizás odió más el sonido de su teléfono en ese momento. La vibración y el suave tono le hizo gruñir con desgana mientras se levantaba con una mueca, caminando hacia su mochila y sacándolo. Revisó brevemente el contacto antes de descolgar.
—Rodrigo -ah, ¿Qué tal te fue?
La voz preocupada del beta le hizo fruncir los labios. Volvió a echarse en el colchón, sobre su espalda, mientras sostenía el teléfono en su oreja.
—Como siempre, Tomi... —contestó con la voz vacía, carente de emociones—. Cambio de medicación.
Un chasquido resonó desde el otro lado de la línea.
—No puede ser posible que ningún medicamento te esté funcionando —casi podía ver a Tomás fruncir el ceño y arrugar la nariz inconscientemente a través del tono en su voz—. ¿Siquiera sigues las indicaciones al pie de la letra? ¿No estarás teniendo citas con un alfa en secreto? —Indagó.
—Sé cumplir con mi medicación. Y no, no estoy saliendo con ningún alfa —se defendió con un mohín, ligeramente ofendido por la última pregunta—. El único alfa cercano que tengo es el señor Rubén, al cual casi nunca me encuentro por el edificio...
Un breve silencio se instaló entre ambos. Rodrigo dejó caer sus párpados nuevamente.
—Mierda...
—No digas groserías, Tomi.
—Lo siento. Es que... —hubo una corta pausa—. Me preocupa tu salud.
—Tranquilo. Estaré bien —intentó calmarlo, internamente tratando de convencerse a sí mismo también—. La medicación que me recetó el doctor es un poco más fuerte que las anteriores. En un mes debería ver resultados...
Otro suspiro de parte del mayor—: ¿Qué tipo de resultados?
—Los que espero desde que empecé el tratamiento —susurró, despreocupado sobre si se entendían sus palabras arrastradas por la somnolencia—. El regreso de mi aroma y mi celo.
Tomás permaneció en silencio por otro corto pero profundo lapso de tiempo, en el que Rodrigo casi cae dormido.
—¿Crees que ésta vez funcione?
—Eso espero... Me he gastado casi todo el dinero del mes en la consultas, no sé si alcanzaré a pagar la renta... —una ligera angustia en su pecho le hizo abrir los ojos de golpe. Su bolsillo estaba bastante afectado por las costosas medicinas. A ese paso, acabaría en la ruina.
—Me habías dicho que estás buscando un compañero de piso, ¿Has tenido suerte?
—No, aún no... La única chica que estuvo interesada era alfa. Y tengo prohibido convivir con uno, así que...
—Seguiré ayudándote a encontrar a alguien —aseguró Tomás con determinación, consolando a Rodrigo sin saberlo—. Iría a vivir contigo, pero Pedro me mataría si lo abandono a fin de mes.
Rodrigo se apoyó en su costado y fingió un tono infantil—: Prefieres a tu roomie antes que a tu mejor amigo —una risa de parte del otro lado de la línea le provocó un puchero pronunciado—, ¡Eres malo, Tomi !
—Sabes que no es así, Rodri no estés celoso.
—No estoy celo- —la voz de Rodrigo se detuvo de inmediato. El sonido del timbre lo alertó, poniéndose de pie en un santiamén—. Tomi, tocan la puerta. Debo colgar.
Tomás asintió con la garganta.
—Te hablaré más tarde —avisó, en un tono suave—. Ten cuidado.
—Cuida tu trasero también, adiós.
Cuando la llamada se marcó como finalizada, dejó caer su teléfono al colchón para caminar apresuradamente hacia la entrada. No le tomó más de cinco segundos estar allí. El apartamento era algo pequeño, aunque lo suficientemente grande para dos personas.
Apenas abrió la puerta, la primera impresión que tuvo de aquel joven situado frente a él, fue que era mucho más alto.
—¿Hola?
Rodrigo parpadeó un par de veces. Se mantuvo contemplando aquel cabello oscuro y ondulado, así como los ojos profundos e intimidantes por un par de segundos más. Aquel muchacho era realmente apuesto.
—Hola —devolvió el saludo tímidamente, juntando las manos sobre la madera de la puerta. El más alto lo observó un instante más antes de hablar nuevamente.
—Leí el cartel en la puerta del edificio —explicó con brevedad, llevándose una mano a la nuca con evidente nerviosismo. Rodrigo alzó las cejas ante lo dicho, pero el desconocido continuó—. ¿Eres quien busca un compañero de piso?
—¡Sí! Soy yo —exclamó un poco más alto de lo que pretendía. Sus orejas se tiñeron suavemente ante la mirada fija del contrario.
—Menos mal... —Rodrigo miró a su costado y notó la maleta de traía consigo—. Estoy interesado.
Rodrigo asintió con ligereza, sonriendo. El otro reflejó la sonrisa con un atisbo de rigidez.
—¿Tú eres...?
—Iván Buhajeruk.
—Y yo Rodrigo Carrera—rió suavemente, aprovechando para estrechar sus manos—. Pero me refería a qué jerarquía perteneces...
—Oh —las mejillas del más alto se cubrieron de un suave color durazno. Hubo una pequeña duda en su rostro, pero finalmente declaró—. Soy beta.
Los ojos del omega brillaron mientras una sonrisa de alivio adornaba su rostro, echándose hacia un lado para permitirle el paso. Iván le dirigió una corta mirada antes de entrar, arrastrando la maleta consigo.
Un problema menos en su lista de preocupaciones. Había llegado su salvación del mes; una que tenía porte de modelo de revista. No titubeó al cerrar la puerta detrás de él y apuntar los sofás, indicando que tomara asiento.
—Bienvenido, Iván.
-ME DEMORE EN ACTUALIZAR POR UNOS PROBLEMITAS DE SALUD PERO NO LOS DEJARÍA SIN CAPÍTULOS.
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𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverse
DiversosRodrigo, un omega con muchos problemas de salud, necesita un compañero que le ayude a pagar la renta. Acepta a cualquier persona con la única condición de que no sea alfa. Iván, un delta que acaba de llegar a la ciudad, necesita un lugar donde vivir...