El día de la exposición de arte había llegado. Iván y Rodrigo recibieron a Tomás en el apartamento justo antes de partir juntos hacia la universidad. Los tres caminaron con calma, Rodrigo y Tomás manteniendo una conversación más fluida mientras Iván los escuchaba en silencio. Ocasionalmente reía debido a las breves discusiones tontas y desviaciones entre ambos, notando como siempre lo buenos amigos cercanos que eran.
Lo primero que notaron al llegar era la cantidad de gente que había, junto a la música y las numerosas actividades que llenaban el ambiente de buen ánimo y energía. Iván estrechó los ojos al divisar la sección de fotografía, mientras Rodrigo quería doblar hacia el lado de la pintura y Tomás por las esculturas.
—Pasaremos por todo —musitó Rodrigo cuando notó que sus dos acompañantes estaban por repartirse en diferentes direcciones—. Pero lo haremos juntos. A eso hemos venido, ¿no?
Iván y Tomás se dieron una mirada rápida. Rodrigo tenía las manos en la cintura como una jarra y un puchero adorable acentuando sus labios regordetes. Los beta asintieron y siguieron al pelinegro sin mediar palabra.
El viaje por los diferentes puestos de exhibición fue tranquilo. Los tres apreciaron las palabras de los estudiantes, quienes dirigían sus propios toldos y eran dueños de gran parte de las piezas que se mostraban. Rodrigo quiso llevarse una cuantas pinturas a casa. Tomás se burló de él cuando le dijeron que no estaban a la venta.
Al recorrer más de la mitad de los puestos, la necesidad de ir al baño se presenta en Tomás. Rodrigo dejó a su mejor amigo irse entre preguntas y se queda a solas con Iván, quien se había acercado a la parte que más le interesaba.
Caminó unos pocos pasos hasta llegar a su lado, observando las fotografías allí expuestas por unos segundos, hasta que la curiosidad lo vence y decide posar sus orbes brillantes en el perfil definido de su compañero.
Rodrigo sonrió inmediatamente al ver un estallido de emoción y pasión vibrante en los ojos afilados del más alto. Iván tenía puesta su expresión de concentración a juego de las fotografías que posaban colgadas en un gran mural. Propiamente, sus labios formaban una fina circunferencia cuando se hallaba asombrado por unas cuantas bellezas capturadas, mostrándose en un interno debate sobre cuál le gustaba más.
—Son muy bonitas, ¿No? —Preguntó fingiendo observar las fotos que tenía en frente. Iván asintió con la garganta, sin siquiera mirarlo.
—Estoy... Buscando una que se asemeje a mi fotografía perfecta.
Iván alzó las cejas, curioso.
—¿"Fotografía perfecta"?
—Sí —se enderezó, viendo superficialmente las postradas en un sitio más alto. Rodrigo guardó silencio—. Quiero saber qué podría ser para mí el momento más digno de capturar en una foto. Mi fotografía perfecta.
El castaño no dijo nada, tan sólo asintió con la garganta después de asombrarse por el planteamiento. Internamente, estaba curioso sobre lo que podría llegar a ser para el alto la foto perfecta. Frente a ellos tenían paisajes, objetos y modelos bien estructurados. Para él lucían lo suficientemente profesionales como para considerarse perfectas. Pero, ¿Qué podría ser para Iván más hermoso y digno de contemplarse que todo aquello?
Rodrigo dejó flotar un suspiro, contento por lo bien que se veía el contrario con los rayos del sol iluminando sus mechones oscuros y ondulados. La piel bronceada y tersa. Quizás, si lo que veían sus ojos pudiera convertirse en una fotografía, podría ser el retrato más cálido jamás tomado.
Estuvo a punto de abrir la boca y decir algo, pero un calor repentino en su bajo vientre lo descolocó. Su piel empezó a impregnarse de sudor, y se llevó una mano a la frente, creyendo que quizás no se había dado cuenta de que el sol de las tres de la tarde era muy intenso ese día.
Iván se quedó paralizado por un momento cuando notó las mejillas ruborizadas y los ojos brillantes del omega. En conjunto con ello, un sutil olor a vainilla llamó a sus instintos, provocándole un jalón en el pecho que condujo a un golpe de calor en todo su cuerpo.
Rodrigo sonrió abrumado cuando notó al mayor sudar también.
—El sol está muy fuerte hoy, ¿No crees que deberíamos buscar un lugar más fresco?
Iván asintió, intentando llevarse aire al rostro con las manos—: Deberíamos tomar algo.
Ambos caminaron en dirección a la heladería más cercana, decidiendo avisarle a Tomás que lo estarían esperando allí para cuando volviera. Iván y Rodrigo se sintieron extraños de un momento a otro; el alto por el constante y cada vez más potente olor a vainilla cerca de él y el pelinegro por la concentración de su calor por todo su vientre.
Tan sólo pudieron caminar unos cinco metros lejos.
Y pasó. Rodrigo comenzó a gotear.
Iván detuvo su paso cuando Rodrigo se congeló en su sitio, con las mejillas teñidas en carmín y los ojos abiertos como platos. Se acercó a él, preocupado, notando que el más bajo se veía más agitado de lo normal.
—Hey, ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes...?
—iv-Iván ... Yo... —un rayo de vergüenza cruzó por su rostro entero, aún incrédulo por lo que estaba pasando con su cuerpo. Sólo allí, cuando se inclinó para ver su rostro gacho, Iván notó que el olor a vainilla y canela provenía de Rodrigo . Éste respiró hondo, intentando calmar su pecho agitado—: Creo que empecé a...
Iván frunció el ceño, un repentino mareo cubriendo sus sentidos. Sin que el menor dijera nada, tomó su chaqueta de mezclilla y lo ayudó a cubrirse su retaguardia. Estaba seguro de a qué se debía la incomodidad del omega.
—... Estás entrando en celo.
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𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverse
RandomRodrigo, un omega con muchos problemas de salud, necesita un compañero que le ayude a pagar la renta. Acepta a cualquier persona con la única condición de que no sea alfa. Iván, un delta que acaba de llegar a la ciudad, necesita un lugar donde vivir...