Cuando Iván tomó asiento en el sofá más grande, un sentimiento de nerviosismo se instaló en lo más profundo de sus entrañas. Aquel chico de cabello castaño le permitió la entrada y no había notado nada extraño en él.
Suspiró de alivio para sus adentros, mientras esperaba que el contrario volviese de su habitación. Observó momentáneamente el lugar sin detenerse en los detalles. Tenía un tamaño justo y los muebles sencillos le daban un aspecto acogedor. Pensó que podía acostumbrarse a ello.
—Entonces, ¿Eres un estudiante también? —Escuchó la voz del más bajo regresar a través del pasillo. Giró la cabeza en su dirección. Aquel castaño lo observaba con atención, tomando asiento junto a él.
—Sí. Estudiaré fotografía, de hecho —confesó, llevando la vista a sus manos, nervioso—. Vengo de Argentina.
Rodrigo abrió los ojos con impresión.
—Genial, ¡Mi mejor amigo también es de ahí! —Exclamó contento, extendiendo su sonrisa hasta sus ojos. Iván devolvió la sonrisa—. Yo soy estudiante de psicología. Aunque también trabajo en una tienda de segunda mano...
—Supongo que estás perdiendo la cabeza por falta de tiempo, ¿No? —Rodrigo sonrió en respuesta, asintiendo—. Pronto encontraré un trabajo también.
—Aquí está la cuenta —le entregó un papel doblado a la mitad. Iván lo tomó y lo revisó, notando la cifra de dinero impresa sobre la hoja—. Lo dividiremos en mitades.
—Me parece bien, es bastante justo —murmuró, asintiendo con conformidad. Rodrigo sonrió nuevamente, feliz por la respuesta—. ¿Puedo ver mi habitación?
—¡Claro! —Rodrigo saltó de su asiento con energía. Iván lo siguió cuando atravesó el corto pasillo, abriendo una de las puertas posicionadas en paralelo. Una cama mediana se hizo visible, junto a un armario, un escritorio y una mesa de noche. Iván lo recorrió con la mirada, satisfecho con lo que veía. Era suficiente para él.
—La puerta del frente es mi habitación. La que está al final, es la del baño. El servicio de lavandería está en uno de los pisos inferiores —explicó Rodrigo brevemente, viendo a Iván sentarse en la cama, comprobando el colchón—. Normalmente cocino mi propia comida, espero que no te moleste compartirla...
—No, está bien —aseguró el de cabello oscuro, dirigiéndose nuevamente hacia el contrario. Rodrigo conectó con sus ojos—. No sé cocinar.
Una pequeña "o" se formó en los labios gruesos del castaño. Iván estiró las esquinas de sus labios, apenado. Pero lejos de juzgarle por ello, el de baja estatura se mostró emocionado.
—¡Entonces podrás probar mi comida! ¿Sabes? A veces me siento triste porque un plato me queda muy delicioso, pero no tengo con quien compartirlo para que me dé una opinión —confesó juntando sus manos tímidamente, agachando la mirada con un poco de vergüenza. Iván sintió una especie de necesidad por arrullarlo—. ¿Te gustaría ser mi objeto de prueba?
El tono misteriosamente infantil en su voz le hizo pestañear un par de veces.
—Supongo que... ¿Sí? —Aceptó, dudoso. Notó al chico mirarlo con un brillo resplandeciente en los ojos, como si hubiese recibido un premio anhelado.
—¡Gracias! No te arrepentirás, me voy a esforzar mucho —juntó las manos con una sonrisa, inclinándose suavemente. Iván rió ante el vigor del chico, justo antes de que un sonido escalara en el ambiente. Rodrigo giró sobre sus pies, mirando en dirección a su habitación.
—Creo que me están llamando... —musitó el castaño, apuntando detrás de sí—. Siéntete cómodo. Hablaré con el señor Rubén en un rato.
—Gracias, Rodrigo... —murmuró Iván justo antes de que el contrario abandonará la habitación. El nombrado asintió con una última sonrisa y salió, caminando hacia la propia.
Iván se conservó en la misma posición, observando la puerta de madera cerrada. Dio un par de palmadas sobre la sábana de la cama y suspiró sonriendo, escuchando a Rodrigo exclamar un alegre «¡Encontré un compañero!» durante la llamada.
Rodrigo parecía un chico agradable. No había percibido aroma alguno en él, pero tampoco halló la oportunidad para preguntarlo directamente. Supuso que Rodrigo era un chico beta, aunque con los días lo averiguaría.
Me pregunto si sería igual de amable si supiera que soy un delta, pensó, resoplando amargamente.
Se levantó a buscar su maleta y desempacar rápidamente, recordándose a sí mismo ser cuidadoso y ocultar su aroma a vinagre con supresores y perfume neutralizador.
Nadie tenía que ver, ni siquiera, la marca en su cuello.
<<delta es un alfa que lo mordió otro alfa>>
—no pensaba actualizar pero siempre responsable.Se viene. 👀
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𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverse
RandomRodrigo, un omega con muchos problemas de salud, necesita un compañero que le ayude a pagar la renta. Acepta a cualquier persona con la única condición de que no sea alfa. Iván, un delta que acaba de llegar a la ciudad, necesita un lugar donde vivir...