Cuando volvió a casa esa mañana, no pensó que acabaría atrapado en esa situación. Jamás pasó por su cabeza la posibilidad de terminar en un escenario tan surrealista con su compañero de piso. Se sintió furioso, triste, traicionado; pero nada de eso importaba en aquel instante.
No cuando Iván lo embriagaba con su aroma. Había dejado de oler a vinagre para abrir paso a los pinos y la tierra mojada. Como si su cuerpo supiera que debía enviar alguna señal a él, su compañero de luna.
Compañero de luna. Aún no cabía en su mente todo aquello. Y no es como si hubiera espacio, de todas formas.
No cuando hundió su nariz en el cuello del «alfa» y se sintió flotar entre las nubes.
Iván capturó su barbilla y la alzó con un movimiento. Los ojos aguamarina se encontraron con los carmín y un sentimiento de plenitud los embargó enteramente. El omega, en sumisión, cerró los ojos y ladeó la cabeza, ofreciendo la nívea piel de su cuello.
Y el delta no tardó en aceptar, rozando aquella zona con la nariz. Rodrigo sintió un escalofrío recorrerle de pies a cabeza al sentir los labios profanar su dermis con suaves besos, delicados pero a la vez posesivos.
El lobo de Rodrigo lo supo entonces, el alfa de Iván había despertado al verlo interactuar con otro alfa: potenciado por el sentimiento de perderlo debido a sus mentiras.
Finalmente había enloquecido. Y su aroma salió a flote para enloquecer al omega también. Ambos lobos habían despertado sólo para encontrarse y aferrarse mutuamente, al costo que fuera.
Los humanos intentaron actuar con razón con todas sus fuerzas, pero sus lados animales tomaron el control. Cuando Iván tomó los labios de Rodrigo con los suyos de manera demandante, supieron que no había vuelta atrás.
El cuerpo de Rodrigo fue aprisionado contra la puerta con poca delicadeza, dejando explotar toda la pasión acumulada dentro de sus profundos anhelos. Los besos incrementaron de intensidad. Iván exigió sus besos con profundidad y Rodrigo intentaba seguir su ritmo, de recibir todo lo que su «alfa» le estaba ofreciendo.
Las piernas de Rodrigo terminaron rodeando la cadera del más alto, siento sostenido por aquellas grandes manos por debajo de los muslos. El omega buscó más soporte en los hombros del otro, clavando los dedos en aquella camisa que quería destrozar.
Los labios gruesos fueron liberados brevemente, lo suficiente como para que pudiera pedir más. Su entrada seguía lubricando con expectación, con la misma necesidad que tenía su cuerpo temblando.
El más alto respiró sobre los labios ajenos y con un gruñido lo cargó hacia su habitación. Rodrigo apenas fue consciente del sutil aroma a vinagre del cuarto cuando entraron, pero no importó cuando sus aromas potentes se entrelazaron entre sí para perfumar la zona de absoluto deseo.
La espalda de Rodrigo se encontró con el colchón en un segundo. Mordió su labio cuando observó el cuerpo de aquel hermoso delta ajustarse justo sobre él. El cabello espeso cubría los ojos de su acompañante cuando se unieron nuevamente en un beso más tranquilo; Rodrigo dejó flotar suspiros en el aire, removiéndose bajo el contrario en busca de más contacto. Su omega se tranquilizó cuando recibió caricias suaves en el cabello, dejando paso a su lado humano y consciente, pero igual de extasiado.
Rodrigo parpadeó un par de veces y sus ojos dejaron el azul para iluminarse en un hermoso café. Observó con la respiración agitada a Iván , cuando el beso fue cortado con delicadeza. Apartó el cabello del rostro del joven de piel tostada y se encontró con aquellos orbes oscuros, los mismos que veía todos los días.
Iván estaba consciente también.
—Estábamos hablando... —recordó Iván en una voz mucho más grave de la que Rodrigo conocía. Los vellos de su nuca se erizaron al instante; jamás había reaccionado a un timbre de voz como lo había hecho en ese momento.
Rodrigo inhaló profundamente, consciente de que sus piernas habían enredado al otro sobre su propio cuerpo. Y no se movió para liberarlo.
Iván estaba temblando sutilmente, al igual que él, gracias a la excitación que aún corría en sus extremidades. Sabía que no era el único descolocado pero emocionado allí, mucho menos al notar los apenas perceptibles bultos en ambos pantalones.
El castaño observó los ojos de Iván una vez más antes de mandar todo al caño.
—No importa —sus párpados cayeron por un segundo, concentrándose en el aroma exquisito de su acompañante. Iván frunció el ceño en confusión, pero su expresión fue borrada al instante cuando sintió un pequeño beso en la comisura de sus labios—. Vamos a hacerlo.
Ya tendría tiempo para romperle la cabeza con un tarro después.
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𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverse
AléatoireRodrigo, un omega con muchos problemas de salud, necesita un compañero que le ayude a pagar la renta. Acepta a cualquier persona con la única condición de que no sea alfa. Iván, un delta que acaba de llegar a la ciudad, necesita un lugar donde vivir...