¡ cap 22 !

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Tomás miró con preocupación a su amigo.

Rodrigo había hecho un nido con un montón de ropa y algunas sábanas. Apenas lograba distinguir su figura a través del tumulto de cobijas alrededor, teniendo cuidado al acercarse para no perturbar la aparente tranquilidad del omega temperamental que bajo la tela se escondía.

El chico de cabello castaño y ojos verdes se encontraba envuelto en su propia tristeza, llamando a su alfa a través de la marca con nulos resultados. No recibía respuesta. Saber que el alfa con el que siempre había soñado estaba desterrado en la deshonra de haber sido marcado por otro alfa, no era una noticia tan fácil de digerir.

Su predestinado era un delta, y por poco pierden el lazo, pero ahora ni siquiera era correspondido cuando intentaba clamar por su vida.

Estaba pidiendo ayuda. Las lágrimas resbalaban por sí solas a través de sus mejillas. Jamás había sentido tantas olas de tristeza en su vida; escuchó vagamente a Tomás decir que se trataba de los sentimientos de ambos al mismo tiempo, pero estaba seguro de que su corazón sufría como nunca antes al haberse visto traicionado de alguna forma.

Estaba enamorándose de Iván. Si es que ya no lo estaba. Quería que estuviera junto a él entregándole cariño con su cuerpo, brindándole atención y arrebatándole sonrisas. Pero estaba tan confundido consigo mismo, que no sabía cuál sería el próximo paso por dar.

Su pecho dolía al recordar cuando se deshicieron en besos y caricias, cuando la mordida fue llevada a cabo y durmieron juntos en un calor natural y vívido.

Un calor agradable. Diferente al que sentía entre las sábanas de su nido.

Tomás exclamó molesto cuando entró a su habitación y encontró al omega en la misma posición exacta que horas antes. Rodrigo apenas le prestó atención cuando dijo que si no comía algo podría enfermar o morir, que llamaría a un médico si no probaba bocado.

Y el problema era que Rodrigo sentía náuseas de sólo pensar en ingerir comida. Sus tripas se retorcían dentro de él incontrolablemente, haciéndole retorcerse entre quejidos. La cabeza le punzaba y los mareos eran inevitables cada vez que intentaba incorporarse. (¿🍼?)

Tomás se cansó de su comportamiento y lo obligó a tomar algo de caldo mientras le hacía desahogarse, internamente preocupado de que algo peor hubiese ocurrido.

—¡Es un idiota! ¡Idiota, tonto, imbécil, estúpido! —Lloriqueó con las mejillas llenas, cansado de sentir la piel de su rostro irritada gracias al salitre de sus lágrimas—. ¡Lo odio tanto!

—No lo odias —negó Tomás, intentando no rodar los ojos mientras le daba leves caricias en la espalda para consolarlo—. Estoy seguro de que está sufriendo igual que tú.

—¡Lo merece!

El beta suspiró viendo al omega terminar de ingerir el caldo, para posteriormente extenderle el plato vacío y enrollarse en posición fetal.

—Escucha, creo que estás exagerando —habló sinceramente el beta, apartando el cuenco para inclinarse sobre el cuerpo contrario—. Él quizá no tenía intenciones de hacerte daño. Deberías hablar con él con calma y hacer las paces —le acarició el cabello, apartando el flequillo que cubría sus lindos ojos irritados.

—No sé si pueda levantarme...

—Lo harás, te ayudaré. Irás a la universidad mañana, te llevaré en el auto. Mamá me dejó las llaves —sonrió en compás de su tono alegre, haciendo sonreír al menor también—. Sabes lo que eso significa.

—Karaoke en la carretera —asintió más convencido. Tomás sonrió roncamente y se incorporó, tomando el plato sucio con una mano.

—Y hablarás con Iván—apuntó con un dedo índice bajo la mirada atenta del omega, quien hizo un pronunciado puchero—. Y me refiero a hablar de verdad, nada de pelear o follar.

—¡tomi! ¡Dios mío, no te vuelvo a contar mis cosas!

Y con una última risotada y un sentimiento de tranquilidad, Tomás abandonó la habitación felicitándose a sí mismo por convencer a un omega tan terco como lo era Rodrigo.

Ahora sólo esperaba que las cosas fluyeran de manera correcta.

𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora