¡ cap 11 !

2.6K 319 15
                                    

Decir que Rodrigo pasó su celo tranquilamente era, claramente, mentir. El chico rasguñó sus propias sábanas con dolor, su vientre ardiendo y punzando mientras seguía lubricando en su parte trasera sin parar. Sus temblores eran constantes, al igual que el dolor de cabeza. Aunque podía manejarlo mejor con unos supresores, los que eran facilitados por Tomás cuando iba a visitarlo, los dolores seguían sintiéndose tan densos como nunca.

Por dentro, no se sentía mucho mejor. Su lobo aullaba en total tristeza, como si estuviera llamando a alguien más, sufriendo al no ser correspondido. Escuchado. Dentro de sí mismo existía un eco enorme, en el que se atormentaba sin cansancio. Como si faltara alguien.

Y era la primera vez que vivía algo así, desde que se presentó como omega.

Había hecho un nido. Las mantas, almohadas y prendas de ropa lo rodeaban completamente en todo momento. Tomás tuvo problemas para verlo entre las montañas de tela un par de veces o de sucumbir ante el olor extremadamente empalagoso del omega en celo. Y aunque pudo atenderlo, se extrañaba de la repentina ausencia de Iván en el departamento. Como si hubiese desaparecido.

Al pasar los días de calor con éxito, Tomás acompañó a Rodrigo a hacerse un examen temprano en la mañana. Éste no quería asistir solo, pues temía recibir una mala noticia. El beta tuvo que suspirar y asentir, aún cuando se encontraba cansado por estudiar toda la noche.

Y Iván seguía sin aparecer.

—Sé honesto —pidió Tomás después de un minuto de silencio, observando al suelo distraídamente. Rodrigo apreció su perfil, esperando la interrogante sin mediar palabra alguna—. ¿Hiciste algo con Iván durante tu celo?

—No, no pasó nada —Pero no me hubiese molestado su ayuda, suspiró, internamente intrigado por la ausencia del beta—. Esta vez estuvo especialmente intenso. No recuerdo que mis celos fueran así de fuertes...

—Quizá tendrás las respuestas ahora —Tomás apuntó a la enfermera, quien se acercaba a ellos a través del pasillo.

La uniformada mujer sonrió cordialmente a ambos muchachos y, cuando pronunció el apellido del omega, éste se levantó y la siguió hasta el despacho del doctor. Tomás frunció los labios, internamente más preocupado de lo que aparentaba. Quería creer que el tratamiento había funcionado y que Rodrigo no tendría más molestas visitas al médico.

Que todo estuviera en orden con su amigo era lo único que deseaba en ese momento.

Mientras tanto, Rodrigo movía sus dedos nerviosamente mientras se sentaba justo al frente del hombre de gafas gruesas. Éste mismo tomó una carpeta y la abrió después de saludarle educadamente, tomando una postura seria y profesional.

Bueno, quizá... Demasiado seria para el gusto de Rodrigo.

—Joven Carrera , hemos analizado sus resultados en el examen y notamos varias diferencias en sus resultados anteriores —comunicó, extendiendo el papel hacia el paciente. Rodrigo tragó saliva antes de tomarlo entre sus dedos, ojeándolo superficialmente—. Dice que estuvo tomando todo el tratamiento, ¿No?

—S-sí... —afirmó. El doctor acomodó sus lentes.

—No encontramos algún efecto hormonal que haya sido producido por las pastillas. Ni siquiera se ha hecho un cambio notable, como normalmente sucede en este tipo de tratamientos. Usted produjo por sí mismo la subida de hormonas en su cuerpo.

Rodrigo se congeló en su sitio, sin saber bien qué pensar sobre ello. Era algo bueno, ¿No? Su cuerpo no había necesitado la ayuda química para entrar en su ciclo de celo.

—Eso quiere decir que usted ha tenido una alteración natural provocada por un factor externo —continuó, juntando las manos sobre las mesas y mirando fijamente al omega. Éste frunció el ceño, confundido—. Dígame, con honestidad, ¿Estuvo cerca de un alfa en celo antes o durante la etapa de calor?

Rodrigo parpadeó un par de veces.

—Por supuesto que no, Doctor. Ni siquiera he compartido espacio con uno.

El médico alzó una ceja—: ¿Está usted seguro?

El omega dudó por unos segundos, pero asintió. Estaba seguro de que no había estado cerca de un alfa más allá de veinte minutos, por lo que aquello no podía ser posible. Algo había mal.

El doctor se mantuvo en silencio por un minuto entero, donde Rodrigo se dejó llevar por la preocupación y tragó saliva con nerviosismo, preguntándose a su mismo si estaba seguro de no haber estado acompañado de un alfa en ese periodo de tiempo.

No estaba mintiendo. Él estaba seguro de seguir las indicaciones del médico al pie de la letra, ¿Qué estaba mal con su cuerpo entonces?

—Vuelva la semana que viene. Continúe con la medicación. Haremos un análisis más profundo de los resultados y haremos un seguimiento hasta la próxima fecha de su celo, ¿Entendido? —Rodrigo asintió y se levantó de la silla, casi temblando cuando realizó una venia hacia el profesional.

Tenía miedo de lo que podría ocurrir con su cuerpo.

𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora