Rodrigo no esperó levantarse temprano y encontrar a su compañero de piso tendido sobre el sofá, abrazando un cojín. El omega sonrió, acercándose, y notando el libro caído junto al mueble, no tardando en comprender la situación.
El más alto se removió ligeramente en su sitio. Rodrigo pudo contemplar su buen perfil por un instante, justo antes de apiadarse y sacudir su hombro con la intención de despertarlo.
—Iván —llamó con la voz adormilada, una pequeña sonrisa formándose en su rostro al verlo despertar gradualmente con el ceño fruncido—. ¿Quizás es más cómodo dormir en la cama?
Iván se incorporó un minuto después sobre el sofá, estirándose y soltando el cojín con un bostezo. Pareció comprender cuando Rodrigo le tendió el libro de regreso, gruñendo con cansancio.
—Uh, sí. Me quedé dormido —contestó. Rodrigo no dejó pasar por alto la voz gruesa y ronca del recién despierto, así como tampoco dudó en divagar en aquel detalle sobre abrazar cojines dormido.
Iván había demostrado ser bastante tierno en ese sentido. Tenía la necesidad de abrazar un objeto, ya que aquello le ayudaba a descansar mejor. Rodrigo tampoco estuvo seguro de reír cuando su compañero intentó echarle en el desayuno, pero terminó quemando las tostadas.
Pensó en aquello durante su viaje a la cita que le esperaba temprano. Había dejado a Iván dormir mientras él terminaba de vestirse para asistir a los exámenes médicos que le esperaban. Para él era una obligación más que una necesidad, ya que sentía que era una verdadera pérdida de tiempo.
¿Y qué si era un omega defectuoso? Sería más productivo ahora que su celo había desaparecido. No corría el riesgo de ser atrapado por un alfa o de preocuparse por supresores. Para él, en cierta parte sonaba mejor aceptarlo y dejar de comerse la cabeza con el tema.
Excepto que para el anciano canoso de gafas, no lo era. Entre algunas preguntas e indicaciones, el examen había culminado relativamente rápido. Rodrigo se encontró de vuelta más rápido de lo esperado, ya que los resultados le estarían siendo entregados en una semana.
Una semana.
Una semana era el tiempo que había estado viviendo con Iván. Ambos habían conversado largamente durante varios días, llegando a desvelarse durante la madrugada del primer sábado. Había aprendido a llevarse bien con el más alto, notando que era una persona bastante apasionada y tranquila. Alguien maduro y de buen humor; algo diferente a todos los betas que había conocido.
Por lo general, los betas solían mantener cierta distancia con los demás. Solían ser más individuales e independientes, con frecuencia haciendo todo por su propia cuenta. Y Iván no tenía necesidad genuina de ello.
Notó que eran apenas las nueve de la mañana y abrió la puerta del apartamento. No tenía sueño. El nerviosismo de la consulta había logrado disipar cualquier rastro de cansancio en su sistema.
Cuando ingresó y notó a Iván desayunar tranquilamente, sonrió.
—¿No quemaste la cocina?
—Por supuesto que no —se defendió falsamente ofendido, pasando una mordida de pan. Rodrigo ingresó a la cocina, soltando una exhalación de sorpresa al notar la sartén humeante—. Bueno, tal vez un poco.
—Mi pobre sartén —se lamentó, notando los huevos oscurecidos dentro. Sería algo difícil de lavar.
—Lo siento —se apresuró a decir, apenado. Rodrigo no quitaba los ojos del objeto—. Te compraré otra.
—No hace falta. Con una buena lavada quedará como nueva —aseguró el omega dejándola caer con cuidado sobre el fregadero, abriendo el grifo de agua caliente y dejando caer un poco de jabón. Quizá así sería más fácil limpiarla después—. Eso espero.
—Déjame lavarla por ti, entonces.
—No hace falta.
—Lo hace.
—No...
—Rodrigo—Iván dejó el plato sucio sobre el lavavajillas y miró directamente al más bajo, notando su semblante tenso después de unos minutos. Tomó su barbilla y la alzó, obligándolo a conectar sus ojos—. ¿Pasó algo? Puedo comprar otra, si es lo que te molesta.
—No es eso —suspiró, bajando la mirada hacia la camisa negra del supuesto beta—: Estoy preocupado por mis exámenes.
—¿Te dieron los resultados? —Rodrigo negó suavemente y frunció los labios. Iván conservó el silencio por unos cortos segundos, soltando la barbilla del más bajo y dejando su mano caer en uno de los pequeños hombros—. Está bien, no saques conclusiones precipitadas, ¿Bien? Espera hasta que te los den y ten paciencia. Lograrás recuperarte.
Rodrigo levantó la vista nuevamente. Iván tenía una mirada suave y muy linda, tranquilizadora para él. Sintió un pequeño torbellino atravesar sus intestinos mientras lo veía darle ánimos de una forma tan agradable, logrando sacarle una sonrisa y un pequeño rubor.
Iván era encantador.
—Gracias —sintiéndose un poco más tranquilo, asintió—. Tienes razón. No lograré nada preocupándome demasiado por algo que no ha sucedido, trataré de distraerme... —Iván lo observó un poco más antes de que Rodrigo le diera un pequeño golpe en el hombro—. Pero tú lavas la sartén.
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𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverse
AléatoireRodrigo, un omega con muchos problemas de salud, necesita un compañero que le ayude a pagar la renta. Acepta a cualquier persona con la única condición de que no sea alfa. Iván, un delta que acaba de llegar a la ciudad, necesita un lugar donde vivir...