¡ cap 17 !

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RECUERDOS.-

El sol en la cúspide del mediodía bañaba su suave piel. El sonido del mar llenaba sus oídos y el viento refrescaba sus gorditas mejillas, haciéndole pucherear obstinado cuando su cabello se revolvía desordenadamente. ¡Su mami había tardado mucho peinándolo en la mañana!

Tomó un puñado de arena entre sus pequeñas manos y lo dejó deshacerse entre sus dedos, divirtiéndose al verlo flotar con la ventisca. Lo hizo un par de veces, entretenido con algo tan simple, hasta que escuchó una chillona voz llamándolo.

-¡Oye! ¡Estás ensuciando mis rocas!

Rodrigo miró hacia un costado y encontró a un niño de mejillas rojas y piel ligeramente tostada mirándolo con enfado. De inmediato frunció el ceño, él no había hecho tal cosa.

-No lo hago.

-¡Lo haces! -El niño se movió a un lado, dejando ver una pequeña montaña de piedras situadas justo a unos metros de Rodrigo -. Las estás llenando de tierra.

El niño de mejillas gorditas abultó los labios, sacudiéndose las manos y poniéndose de pie-: No se llama tierra, bobo. Es arena.

-Igual ensucia.

-No vi tus piedras -se excusó, mirándolas con curiosidad-. ¿Qué haces?

El niño de piel tostada reunió un poco de agua de mar con una cubeta rosada y la volcó sobre las piedras cuidadosamente.

-Las limpio.

-No, ¿Por qué las pusiste así? -Preguntó acercándose, refiriéndose a la forma en que estaban apiladas-. ¿Harás una pirámide?

-Ajá. Quiero que sea una casa para los cangrejos -el niño sonrió alegremente, mostrando por primera vez una gran sonrisa de una característica forma peculiar-. Ayer ayudé a un niño a buscar cangrejos. Así que estoy haciendo ésto para él.

-Oh, ¿Puedo ayudarte? -Los ojos del pequeño Rodrigo se iluminaron. Al fin tendría algo en qué invertir sus horas de aburrimiento-. Me dan miedo los cangrejos, pero puedo traer piedras.

El niño más alto asintió enérgicamente-: ¡Gracias! -Se acercó a él, extendiéndole la mano. Rodrigo dudó por un momento, pero la tomó, y su brazo fue agitado exageradamente-. Mi nombre es Iván, ¡Pero mis amigos me dicen iv! Es más fácil.

Rodrigo rió suavemente-: Yo soy Rodrigo . Puedes decirme... -sus cejas se fruncieron al reparar en que no tenía abreviatura-. Puedes decirme Rodrigo.

Iván rió y lo tomó del brazo, guiándolo a orillas del mar bajo la advertencia de los adultos de que no se alejaran demasiado.

-¡Oki! ¡Vamos, deprisa!

...

-¿Te divertiste mucho en la playa hoy, cariño?

-¡Sí! Le construimos un castillo a los cangrejos.

-Suena divertido.

-¡Sí! Iv dijo que olía a vainilla y canela, así que me lanzó al agua.

-Oh...

-Él olía a tierra. Como cuando llueve. Y a pino. Así que cuando estaba distraído le lancé un cubo de agua.

-¿Así que hiciste un nuevo amigo?

-¡Sí! Mamá, ¿Iremos a la playa mañana? Iván dijo que mañana sería su último día aquí...

-No lo creo, cariño. Mañana iremos a casa de tu abuela. Otro día lo podrás ver.

-Bueno... ¿Aún huelo a vainilla?

-No hueles a nada, cielo. Aún no te has presentado.

-Pero...

-Quizás debió imaginarlo. Nadie puede identificar tu aroma hasta que te presentes como alfa, beta u omega.

-¿Entonces Iván no olía a tierra mojada?

-Seguro lo imaginaste, cariño. ¿Quieres un helado?

-¡Sí! ¡Helado, helado!

𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora