¡ cap 10 !

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Eso quiere decir... ¿Las pastillas están funcionando?

Rodrigo abrió los ojos con sorpresa al pensar aquello. Si su cuerpo estaba entrando en celo después de tanto, significaba que el tratamiento estaba dando frutos. ¿No?

Su cuerpo tembloroso y caliente se desplomó entre los brazos del más alto, quien tragó saliva con dificultad al recibir una fuerte corriente de feromonas estrellar de lleno contra su rostro. Cada vez más dulce, como un suave y esponjoso pan recién horneado.

Iván tenía que actuar como un verdadero beta, inmune a las feromonas fuertes que el omega emanaba de todas las direcciones, a pesar de tener sus instintos acechándole y pidiéndole con gruñidos tomar a aquel pequeño chico necesitado.

«La cabeza antes que la pija , Iván», se recordó.

Pensó en qué podía estar ocurriendo mientras llevaba a Rodrigo de vuelta al departamento, mirando feo y gruñendo en dirección a los alfas que los veían sin que Rodrigo se diera cuenta. Él no pudo haber causado todo aquello, se rehusaba a creer en esa posibilidad.

¿Acaso era su culpa? Él había tomado los neutralizadores necesarios esa mañana. No había forma de que su aroma apaciguado llegase a Rodrigo y generara alguna reacción.

A no ser...

Iván tragó saliva en seco mientras subía a un Rodrigo dormido (más bien, desmayado por la inminente ola de calor que los azotó a ambos, llevándolo a casi una insolación) por las escaleras, cargándolo, sintiéndolo temblar y sudar entre sus brazos.

Un pequeño escalofrío atravesó su columna e intentó hacer memoria sobre la que se suponía que sería la llegada de su propio celo.

«No puede ser, se adelantó un par de días. Se suponía que tendría un lugar a donde ir recién el día de mañana, ¿Ahora qué?»

No tenía un sitio a donde pudiera escapar y proteger a Rodrigo de sí mismo. Tendría que buscar la forma de controlar su celo para no hacerle nada a Rodrigo , y, sobre todo, no quedar en evidencia.

«Si él descubre que mi celo es anormal para un beta, empezará a sospechar».

Con dificultad abrió la puerta del apartamento, sintiendo a Rodrigo gimotear por lo bajo, en busca de un estímulo. Su lubricante natural había bajado hasta parte de sus muslos, y lo sentía tiritar cuando acomodaba su cuerpo entre brincos para no dejarlo caer.

El teléfono de Iván vibró tan pronto como dejó a Rodrigo en su cama, sudando y con las mejillas encendidas en un vivo color carmín. Se sostuvo del colchón, agotado y mareado, más acalorado de lo que debía. El aroma a vainilla era cada vez más dulce y potente. Sabía que en un par de horas, a ese paso, no lograría controlar sus propios instintos.

—¿Hola?

—Hey, ¿Llegaron? ¿Cómo están?

—Ya llegamos. Estamos bien... —suspiró aún con el nudo en la garganta, intentando buscar los supresores de Rodrigo para dejárselos en la mesa de noche—, eso creo...

Rápidamente se dirigió a la cocina, alcanzando un vaso de agua. Una idea brillante cruzó su cabeza mientras intentaba refrescar su voz. Él no tendría que ser el único con el que Rodrigo podía contar en ese momento.

—Tomás, ¿Podrías venir a ayudarme con Rodrigo mañana? No sé cómo tratar a un omega en celo. Y, además, se me adelantó el mío también...

—¿Los dos han entrado en celo? Vaya... —una risilla maliciosa salió de la garganta del beta. Iván sintió una ceja moverse en un tic por la molestia mientras se dirigía a su propio cuarto—. Eso es tener mala suerte. Seguramente has reaccionado a sus feromonas de alguna forma. ¿Tienes supresores cerca?

—Sí, planeo darles unos a Rodrigo para mantenerlo estable.

—¿Y tú? —Preguntó después de un breve silencio—. ¿Qué harás con tu celo?

—Estoy bien, soy beta. Puedo controlarme mejor...

Vil mentira. Estaba aullando por dentro por atacar el cuello del omega y aspirar más de aquel delicioso aroma que estaba empezando a descontrolarlo. Ponía su autocontrol absoluto en no tocar al omega ni intentar nada extraño, ya que la mínima estimulación podría ser peligrosa.

Tomás suspiró—: Está bien. Yo... Iré mañana a ver cómo están, ¿Bien? —aseguró. Iván asintió con la garganta, más agradecido de lo que el otro creía—. No le hagas nada extraño.

—No lo haré.

«Estoy encerrado en mi habitación con el pestillo ya que cuando el celo de verdad comience voy a querer echar la puerta de Rodrigo abajo».

—Confío en ti. Nos vemos, suerte con eso.

Iván observó su botella de neutralizadores. Sabía que con suerte apaciguaría su calor por unas horas, pero sería lo suficiente como para poder ayudar a Rodrigo con algo de comida.

También supo que una sobredosis de neutralizadores podría ser peligrosa para él mismo, pero prefirió el bienestar de Rodrigo que el suyo propio, y se tomó las primeras dos pastillas sin pensarlo demasiado.

Quizá le costaría dormir esa noche.

𝗩𝗜𝗡𝗘𝗚𝗔𝗥 𝗦𝗠𝗘𝗟𝗟 «Cᴀʀʀᴇ x Sᴘʀᴇᴇɴ» omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora