Solté un pequeño quejido mientras sentía como tocaban mi cabeza.
—Si así eres con los niños... Ya veo porque me prefieren a mi.
—Como siempre, llorando.
Ignore lo que dijo pues tenía razón, mi cabeza dolía bastante y no estaba de humor para tener una plática con el platinado.
—Diría que es una pequeña contusión pero tienes bastantes golpes. Después del juego de hoy deberás descansar varios días.
Asentí amarrando en un chongo mi cabello para evitar que la crema se quitará rápido.
—¿Te sientes bien? No estás hablando como de costumbre.
—Quiero descansar un poco.
—Mi habitación está arriba, si no estoy ahí búscame en la azotea y si tampoco estoy ahí... Es porque morí—tomé una pequeña almohada para lanzarlo directo a su rostro.
Me quedé con una sonrisa viendo cómo salía de mi habitación. A los pocos minutos caí completamente dormida, merecía descansar.
—Chishiya... Si a ti no te gusta, a mi sí.
—Kuina, cállate.
Fruncí mi entrecejo al oír aquellas voces, abrí mis ojos divisando a una mujer con una gran coleta acompañada de algunas rastas. Al ver qué había despertado, el de cabello gris miro mal a su acompañante. Esta solo sonrió levemente para continuar mordiendo un palillo.
—Es incómodo que te vean dormir ¿Verdad, __________?
—Quería conocerte. Soy Kuina—interrumpió la mujer extendiendo su mano, reí levemente para aceptar su saludo.
—Pueden conocerse después. Hay que ir a los juegos—quejo el platinado acercándose para ayudarme a ponerme de pie. Era raro que fuera a ayudar.
—Los veré abajo.
Algo adolorida continúe colocando mis tenis ante la atenta mirada de Chishiya, algo había cambiado en el.
—¿Cómo sigues respecto a...?
—Sigo asimilando, solo quiero salir de este mundo y volver a atender a mis niños—murmure acomodando mi cabello en una coleta.
Me coloque mis tenis aún sintiendo su mirada, si no lo conociera diría que es un acosador pero simplemente estaba observando todos mis movimientos. No era típico de el.