—No vendrás.
—No irás solo, Shuntaro.
Decidida comencé a amarrar mi cabello, el hombre se cruzó de brazos alzando una ceja esperando que me retracte. Imite su acción sin quitar mi mirada de el, sabía que en el fondo eso le divertía.
Este suspiro rodando sus ojos ya rendido, sin más remedio se alejo yendo a buscar su camisa.
—No jugaras.
Asentí viendo como se colocaba su camisa seguido de su chaqueta de siempre. Coloque la mochila en mi espalda comenzando a caminar detrás del peligris hacia el juego de rey de diamantes que parecía estar en la corte suprema.
No estaba tan lejos de donde estábamos pero el sol no ayudaba. Lo mire algo preocupada sin querer soltar su mano cuando nos paramos frente a la corte suprema.
—Ganare el juego. Quédate aquí.
—¿Y si se aparece el Rey de picas?
—Escondete aquí.
Obedecí caminando detrás del logo de la corte suprema. Cerré mis ojos al sentir sus labios dejar un beso en mi frente para después ver cómo se adentraba al edificio.
Me quedé sentada pensando en demasiadas cosas ¿Y si iba a caminar un poco? No me alejaría demasiado.
Negué tratando de desaparecer esa idea, no me arriesgaría.
Los minutos pasaban demasiado lentos ¿De que se trataría ese juego?
Iba a levantarme de mi lugar hasta que el ruido de un dirigible avanzando me hizo temblar, alce mi rostro divisando la carta del Rey de picas avanzar. Tape mi boca con mis manos sin salir de mi escondite, tal vez debí entrar a jugar.
Cerré mis ojos sintiendo mi cuerpo relajarse cuando el dirigible desapareció por los aires, ahora mi idea de ir a caminar estaba completamente descartada.
Aquellos minutos se volvieron horas y aún no había señales de Chishiya. Algo cansada me removí en mi lugar, me dolía haber estado sentada tanto tiempo y en césped no es suave.
Pegué un pequeño brinco cuando el dirigible del rey de diamantes explotaba, rápidamente me levanté de mi lugar observando las puertas del lugar en espera del platinado.
Fruncí mi entrecejo al ver su rostro más serio de lo normal, ¿Era el único sobreviviente? Me quedé más confundida cuando al salir me envolvió en sus brazos reposando su cabeza en mi hombro. Raro en el.
—¿Que pasa?—pregunte correspondiendo su abrazo.
—Es que... Me duele la cabeza de tanto pensar—reí levemente acariciando su espalda.
—Hay que movernos, el rey de picas paso por aquí—avise acomodando su cabello que se encontraba algo desordenado por el aire que había. Este se alejo para tomar la mochila donde teníamos nuestras cosas.
—__________.
—¿Si?
—Lo siento. Por Hayato, te hice parte de esa injusticia.
Mire el piso unos segundos recordando aquel día, suspire colocando una mano en la mejilla de Chishiya.
—Son gajes del oficio—susurre observando como una corta sonrisa se formaba en sus labios.
—Vamos, hay que buscar a los demás.
—Solo faltan dos figuras.
« »
Reí sin dejar que Chishiya se alejara. Cómo pude me recosté sobre el mientras esté observaba el cielo estrellado.
Mi cabeza se acomodo en su pecho sintiendo su respiración calmada, cerré mis disfrutando de aquel momento. El hacia que me olvidará que estábamos en un juego de vida o muerte.
Después de su juego con el rey de diamantes su actitud había cambiado un poco y seguía sin querer darme detalles de lo que pasó ahí por lo que las últimas horas me había dedicado a hacerle olvidar aquel juego pero parecía que no funcionaba. Un escalofrío me recorrió al sentir su fría mano dentro de mi blusa acariciar mi espalda.
—Estamos a poco de volver a casa—susurre dejando un casto beso en su hombro.
—Hay que planear una cita. ¿Te gustan los picnics?
—Me encantan.
—Genial, iremos a pintar a cuadros.
Sonreí al escuchar su risa, me estaba volviendo adicta a el. Mis ojos comenzaron a cerrarse gracias a las caricias que proporcionaba la mano del platinado en mi.
Disfrutaba mucho de su cercanía y esperaba que así siguiera por mucho tiempo.
Aún sumida en mis pensamientos caí rendida en los brazos de Morfeo.
Pestañee un par de veces al sentir el sol pegar en mi rostro, alce levemente mi rostro solo para encontrar a cierto peligris lavarse su rostro con una de nuestras botellas de agua.
—Nunca dejaras de observarme así ¿Verdad?—preguntó girando levemente su rostro descubriendo que le observaba, era obvio que siempre me descubriría hacerlo.
—¡Jamás!
—Debemos ir a Shibuya, ahí están los demás jugadores y tal vez encontremos a todos ahí—indico entregándome un paquete de galletas que acepte gustosamente. Una sonrisa enamorada se asomo en mis labios al sentir sus labios besar los míos.
—Chishiya.
—¿Si?
—Te quiero...