Salí frustrada de aquella tienda, tampoco había armas. Llevábamos toda la mañana en busca de un arma para defendernos del rey de picas.
Mire a Chishiya salir de otra tienda sin nada en manos, íbamos a morir.
—¿Encontraste algo?
—Nada.
Suspiramos para continuar caminando por las solitarias calles que ahora estaban rodeadas de vegetación que crecía día con día.
Tomamos un pequeño descanso al adentrarnos a una tienda en busca de comida, mire asustada a Chishiya cuando oímos un dirigible acercarse. Este únicamente coloco su dedo sobre sus labios al momento que vimos a aquel hombre vestido completo de negro caminar por las calles con su arma en mano.
—Hay una puerta aquí—susurro señalando la puerta trasera de aquella tienda, asentí tomando su mano para comenzar a caminar hacia nuestra salida.
Nos escondimos detrás de unos estantes cuando varios disparos vinieron hacia nosotros, sin tiempo de procesar sentí la mano del peligris guiarnos hacia la salida.
Sin mirar atrás corrimos lo más lejos que pudimos hasta perder de vista aquel dirigible, aún lejos podíamos escuchar varios impactos acompañados de gritos por lo que decidimos continuar corriendo llegando a un centro comercial algo alejado.
—_________, no te muevas.
—¿Que? ¿Por qué?—dije tratando de regular mi respiración por aquel encuentro.
Fruncí mi entrecejo al sentir un ardor en mi antebrazo, solté un gemido de dolor tocando la zona afectada. Al retirar mi mano está se encontraba con sangre.
—Ire por algo para ayudarte. Quítate la chamarra—asentí sin soltar mi brazo. Observe cómo salía prácticamente corriendo mientras yo buscaba un lugar donde sentarme.
La adrenalina no me hacía sentir tanto dolor pero al paso de los minutos unas muecas de dolor comenzaron a aparecer en mi rostro.
Ya sintiendo el dolor inundar mi brazo comencé a quitarme la chamarra temblando debido a la herida.
—La bala sigue ahí—aviso tocando la zona—¿Crees resistir?
Negué observando como se colocaba unos guantes, este suspiro acercándose a besar mi cabeza.
—Confío en ti. Hazlo—pedí acariciando su brazo, únicamente asintió comenzando a acercar la pinza.
Un desgarrador gritó salió de mis labios al sentir el artefacto moverse dentro de mi brazo.
—No la encuentro—murmuró sin soltar mi brazo, comencé a sollozar rogando que esto pasara rápido—Resiste un poco.
—Para, por favor—rogué sin dejar de sollozar, la sensación del aparato moviéndose dentro de mi era horrorosa—¡Chishiya, para!
—¡La encontré!
Solté un último grito al sentir como sacaba la pinza acompañada de la bala, ahí no acababa la tortura pues aún debía costurar. Mis ojos comenzaron a sentirse pesados a tal punto de ver todo borroso.
—Me siento mal...
—Ya estoy acabando, tranquila. No te duermas.
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—¿Que van a tomar? ¿Lo de siempre?
—Si, por favor.
—Tengan—sonreí aceptando la bebida que nos pasó el rubio tomando un sorbo de este.
—¿Que pasa?—preguntó Arisu cuando Karube estaba sobre su rostro prácticamente.
—Se te ven los pelos de la nariz.
Carcajee al ver cómo el azabache comenzaba a tocar su rostro ante el comentario de nuestro amigo.
—Es broma.
—¡Desgraciado!
—Bueno, se veían muy deprimidos—burló tomando un gran trago de su vaso.
Mi sonrisa se desvaneció mirando a Arisu ¿Estábamos muertos?
—Una explosión duele más.
—Cierto.
—¿Que...?—susurre observando a Arisu, su expresión había cambiado abruptamente.
—Lo siento, perdonenme. Es mi culpa.
—Mi culpa, dice. Tan arrogante como siempre—burló Chota mirándonos con diversión.
—¿Tu por qué te vas a disculpar?—siguió Karube atrapando mi nariz con sus dedos—Seguro crees que están vivos porque son especiales o algo así.
—¿Que tratan de decirnos? Hablen—pedí mirando a mis amigos.
—Estoy seguro de algo, no hay ningún solo juego que superaran por su propio esfuerzo y nada más—hablo el rubio acariciando mi cabeza, cerré mis ojos disfrutando aquel contacto que había extrañado.
—¿Entonces prefieren que les pida perdón toda la vida?
—¿Son estúpidos?—regaño tomando en cuello de la camisa de Arisu—Vivan su vida al máximo, hasta el último instante.
—Lo haremos.
—Ahora, deben encontrarse—señalo Chota alzando su vaso.
Asentí soltando unas pequeñas lágrimas, buscaría a Arisu.
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Camine observando el lugar ¿Cómo quedaban tantos jugadores?
—Debemos caminar más. Arisu y los demás deben estar cerca.
Asentí caminando a lado de Chishiya quién me ofreció su mano, la acepte por unos minutos hasta que el decidió que debíamos descansar.
Tenía el brazo lastimado, no la pierna.
—Debes descansar, no quiero que se infecte tu brazo—susurro pasándome una botella de agua. Tomé un poco del producto sintiendo el sol pegar en mi rostro.
—No pasara nada. Sigamos—murmuré levantandome para continuar con nuestro camino.
A decir verdad me estaba cansando un poco pero debía luchar un poco más. Estábamos a dos juegos de volver.
Seguimos con nuestro camino hasta llegar a la estación de metro de Shibuya. Dónde todo había empezado.
—Hey, mira.
—¡Arisu!