—Vamos... Deja de ver esto.
—Pero el...
Cerré mis ojos sintiendo los pulgares de Chishiya limpiar algún rastro de lágrima, sin decir nada me obligó a caminar con el hacia el área de comida.
—Creo saber quién es la Jota. Espérame aquí.
Asentí quedándome dónde me indico, los minutos pasaban realmente lentos. Mis ojos se sentían bastante pesados, necesitaba dormir.
Fruncí mi entrecejo al ver cómo de lejos como el compañero de Banda señalaba en la pantalla la imagen de Chishiya seguida de la mía.
Mis nervios aumentaron cuando el de camisa azul me descubrió mirándolos, su mirada daba miedo... Pero también se me hacía conocida.
Cuando la mujer salió prácticamente corriendo de la cafetería me adentre al lugar divisando a Chishiya con las galletas que llevaba comiendo las últimas horas.
—¿Lo tienes?—pregunte sentándome en una mesa.
—Se quienes son... Escucha bien porque no lo volveré a repetir.
Asentí recostando mi cuerpo en su regazo cuando esté igual se sentó. El peligris comenzó a hablar y a decir verdad lo admiraba mucho. Su inteligencia era otro nivel.
Cuando el tiempo comenzó a agotarse salimos del lugar para ir hacia las celdas.
Una última explosión se escuchó en todo el pasillo, obedecí las órdenes que Chishiya me había dado minutos antes.
Al oír la voz del peligris salí de la celda observando a Banda caminar hacia su compañero de equipo que había resultado ser el enemigo. Me dedique a quedarme detrás de Chishiya mientras oía a los hombres de ahí.
—Si, tal vez intenté engañarlos. Pero eso no basta para asumir que soy la Jota de corazones.
—Yo no estaría tan segura.
—¿Que?
—Si ellos estaban seguros de que tú eras la Jota de corazones, ¿Por qué Banda no te mintió en la última ronda para tratar de matarte? Deben haber hecho un trato.
—Y ahora intentarán sacarte información—murmuré palmeando el hombro de aquel chico quien nos veía asustados. Miramos a los dos hombres caminar amenazante hacia el sabiendo que el juego ya estaba ganado.
Al ver qué se adentraban en una celda camine lejos comenzando a oír los gritos de dolor. El resto de la hora la pasé en el área de comida escogiendo que llevar para aguantar unos días más.
Cerré mi mochila ante la atenta mirada de cierto platinado, por última ocasión nos dijimos nuestros palos para poder salir de ahí. Forme una sonrisa tranquila cuando pude quitarme ese collar, mi vista fue hacia el hombre de camisa azul. De algún lugar le conocía.