𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICION

XVI

✧•─────────•✧•─────────•✧

Narrador Omnisciente;

Seis años atrás, 1987

El rubio ojiverde Evan Laurent abrió el armario de escobas con un ademán decidido, mientras el pequeño Oliver Wood lo observaba desde la puerta del pasillo de la casa.

—Cuidado con la quaffle, Evan —advirtió el pequeño Oliver Wood, su tono un poco tímido.

—Sé cómo se hace, niño —replicó Evan mientras fruncía el ceños sin siquiera mirarlo, su voz cargada de desdén.

Oliver se disculpó en un murmullo, apenado por la respuesta cortante, pero Evan lo ignoró, ocupado en sacar las escobas.

—¿Vendrá tu amiguito Weasley? —preguntó Evan, asomando la cabeza del armario con una mueca de disgusto. —No soporto a ese aguafiestas, ya sabes que mi madre es amiga de los Weasley...

—¿Percy Weasley? —Oliver esbozó una sonrisa traviesa, deseando parecer tan genial como su compañero mayor. —Olvídalo, no pondrá un pie aquí.

—Bien. No podría soportar su cara amargada —rió Evan, haciendo eco de la broma.

Pero sus risas se interrumpieron abruptamente cuando una voz firme y autoritaria retumbó desde la cocina.

—¡Evan!

Era su madre, y el llamado lo hizo rodar los ojos antes de contestar.

—¡Ya voy! —gritó de vuelta, bajando las escaleras rápidamente. Se encontró con su madre sirviendole galletas a Catherine, su hermana pequeña, quien lo miraba desde el extremo de la mesa con una mirada dulce.

—Quedas a cargo de tu hermana, me voy —dijo su madre mientras se colgaba el bolso al hombro, moviendo su cabello dorado a un costado, notando los protectores de Quidditch en las rodillas de Evan. —Y nada de Quidditch.

—¿Bromeas? Oliver vino solo para entrenar. ¡No puedo cancelarle! —protestó Evan, claramente molesto. —Además, siempre cuido de Catherine, ¡y eso es algo que deberías hacer tú!

La voz de su madre se mantuvo serena, pero firme.

—Dile a Oliver que vuelva a su casa.

Evan apretó los dientes. —¡Oliver tiene once años y acaba de entrar al equipo! ¡Necesita entrenamiento!

La paciencia de su madre llegó a su límite.

—¡No me levantes la voz! ¡Ya tienes dieciséis años, Evan, es hora de que te hagas cargo! —

Su madre le lanzó una mirada fulminante antes de tomar su bolso y marcharse, cerrando la puerta con un golpe que resonó en toda la casa. El estruendo hizo que Catherine diera un respingo, sus grandes ojos mirándolo con asombro y un poco de miedo desde su asiento.

—Hola, Oli —saludó Catherine con una tímida sonrisa al pequeño Oliver, que se asomaba desde la entrada de la cocina, aún con cierta incomodidad por la discusión que acababa de presenciar.

—Hola, Cathy —respondió él con un leve saludo, sin saber bien cómo actuar.

Evan giró rápidamente hacia él, con una expresión severa.

—¿Desde cuándo estás ahí?

—Recién llego —mintió Oliver, tratando de no añadir tensión.

—Bien. Toma las escobas, vamos a practicar igual —ordenó Evan, su tono decidido, ignorando por completo la advertencia de su madre.