𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICION

XVII

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Actualidad, 1993.

Narrador Omnisciente;

Una terrible tormenta eléctrica rugía afuera del castillo, iluminando los jardines desiertos con destellos violentos que hacían temblar las ventanas de la torre de Gryffindor.

—Qué raro está el clima, pero, en realidad, la luna esta hermosa esta noche —murmuró Harry mirando a la ventana, con los ojos fijos en el cielo, y su tono casi poético. Luego, giró la cabeza para mirar a su amiga.

Catherine, que estaba sentada a su lado, frunció el ceño al escucharlo. Algo en su interior se revolvía incómodamente. Evitó su mirada, concentrándose en el fuego de la chimenea, y se levantó de golpe.

—Eso... supongo —murmuró, incapaz de mantenerse en el mismo lugar ni un segundo más—. Me tengo que ir. —Sus palabras salieron apresuradas, mientras se dirigía a la salida de la sala común sin siquiera mirarlo.

"¿Qué demonios me está pasando?", pensaba mientras bajaba corriendo por los pasillos del castillo, el eco de sus pasos resonando en las paredes de piedra. Estaba tan perdida en sus pensamientos que no vio lo que venía hasta que fue demasiado tarde. Tropezó torpemente y cayó de bruces al suelo.

—¡Mierda! —bufó con furia, intentando levantarse. Su mirada se alzó solo para encontrarse con la expresión burlona de Malfoy, quien había puesto el pie para hacerla caer.

—¿A qué le tienes tanto miedo como para correr así, Laurent? —Malfoy soltó una carcajada, disfrutando del espectáculo.

Catherine apretó los dientes y se levantó bruscamente, a pesar del dolor agudo que sentía en su tobillo. Su pie se había torcido en la caída, pero no iba a darle la satisfacción de mostrar debilidad.

—No empieces con tus idioteces, Malfoy —espetó, intentando caminar con dignidad, aunque cada paso era una tortura.

—Estás renga —señaló el rubio con una risa ligera, como si fuera lo más divertido que hubiera visto en semanas.

—¿Y? —Catherine respondió, frustrada, sin dignarse a mirarlo.

—Te ves patética—continuó él, con una sonrisa ladina, mientras se cruzaba de brazos, apoyándose en la pared.

—Cierra la boca—dijo Catherine, ignorándolo y tratando de mantener la calma.

—Fácilmente podrías ser confundida con un canguro —siguió, su tono lleno de satisfacción, como si esperara que ella saltara y lo golpeara.

Catherine se detuvo en seco y se giró, mirándolo con los ojos entrecerrados. —¿Estás coqueteándome o tratando de empezar una pelea? —preguntó, su tono mezclando curiosidad y sarcasmo.

Draco se apartó un poco, sorprendido, pero rápidamente adoptó una expresión de desagrado falsa. —¿Coquetear contigo? ¿En qué mundo vives? —Respondió fingiendo una mueca de asco exagerada.

—No sé, dime tú. Me vives acosando, me encuentro contigo en cada maldito pasillo—replicó ella, encogiéndose de hombros con despreocupación.

—¿Qué? Por favor, tengo cosas mucho más importantes que hacer que estar pendiente de ti —gruñó él, rodando los ojos.

—Claro, lo que digas —murmuró Catherine, una sonrisa burlona asomando en sus labios.