𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICION

XX

✧•─────────•✧•─────────•✧

Narrador Omnisciente;

Catherine miraba con confusión cómo las chicas de Beauxbatons desfilaban por el pasillo principal del Gran Comedor, sus pasos ligeros y gráciles, sonriendo a los alumnos mientras dejaban rastros de sus fragancias florales. Ron, con los ojos sorprendidos y la cabeza apoyada en su mano, apenas podía ocultar su adoración.

"Patético", pensó Catherine, antes de actuar. Sin pensarlo dos veces, levantó la mano y golpeó fuertemente la nuca de Ron, haciéndolo sacudirse en su lugar.

—¡Ay! —gimió Ron, llevándose la mano a la cabeza—. ¿Qué te pasa, Catherine? —La miró, ofendido.

—No seas asqueroso —murmuró ella con una mirada que destilaba fastidio, cruzando los brazos.

—Rara —replicó Ron, devolviéndole el golpe, aunque con menos fuerza.

Harry observaba la escena desde su asiento, claramente entretenido, una sonrisa ladeada asomando en sus labios.

—Deberían dejar de pelear —dijo entre risas—, parecen dos niños de cinco años.

Hermione, que estaba más cerca, frunció el ceño con desaprobación, como una madre molesta con sus hijos revoltosos.

—Harry tiene razón. Los dos parecen unos hermanitos pequeñitos. Maduren de una vez —bufó, agachándose para revisar su bolso lleno de libros.

—Si tengo que ser su hermano, adóptenme a mi solo—murmuró Ron mientras le lanzaba una mirada desafiante a Catherine, solo para recibir un fuerte golpe en el brazo que lo hizo callar de inmediato.

—¡Cierra la boca, Weasley! —dijo Cath, su tono cortante, antes de desviar la atención hacia la entrada del Gran Comedor—. Ahí están los chicos de Durmstrang...

La tensión cambió de inmediato, y todos los ojos se centraron en la puerta. Los estudiantes de Durmstrang caminaban con un aire marcial, sus ropas oscuras y pesadas contrastando con la ligereza de las chicas de Beauxbatons. Catherine los escudriñó, su mirada fija, calculadora. Ron, sin embargo, soltó un resoplido.

—Y el asqueroso soy yo... —murmuró, rodando los ojos.

Harry susurró de repente, sus palabras cargadas de admiración:

—Está Viktor Krum...

—¿¡Viktor Krum!? —Ron casi saltó de su asiento, sus ojos abiertos como platos. Catherine tuvo que contener una carcajada.

[...]

Los pasillos del castillo se llenaban de voces emocionadas, el bullicio habitual del primer día en Hogwarts. Catherine se sentó encima de una de las mesas de la sala común, viendo cómo Hermione organizaba sus libros con una precisión casi militar.

—No estoy lista para empezar las asignaturas —comentó Hermione, suspirando mientras apilaba sus pergaminos.

Catherine la miró con una ceja arqueada. —¿No estabas emocionada por empezar? Según decías en tus cartas...

—Es que... —Hermione cerró los ojos y dejó escapar un largo suspiro—Este año es el Torneo de los Tres Magos, Cath. Va a ser imposible concentrarse en clases.

—¿El qué? —preguntó Catherine, con el ceño fruncido.

Hermione la miró incrédula. —El Torneo de los Tres Magos... Dumbledore lo mencionó en la cena.

El rostro de Catherine se tensó al escuchar esas palabras. "Torneo de los Tres Magos" Empezó a recordar la trágica historia sobre su hermano mayor, las que su familia apenas se atrevía a mencionar. Un sabotaje en la última etapa de ese mismo torneo lo había dejado en coma durante meses, llevando a su hermano mayor a la muerte.

—¿Cath? —Hermione la sacudió suavemente del hombro, con preocupación en la mirada.

—¿Eh? Ah, sí, estoy bien —respondió Catherine rápidamente, esforzándose por sonreír mientras saltaba de la mesa—. Sólo estaba... pensando.

Pero la verdad era que su mente estaba en otra parte, en un torneo que no quería recordar.

[...]

Más tarde, mientras se dirigía a la biblioteca, un niño de primer año corrió hacia ella, jadeando por el esfuerzo.

—¡Catherine! —gritó el niño, tocándole el brazo.

Ella lo miró con una sonrisa divertida. —¿Kevin? ¿Qué pasa?

—Cedric te busca. Está en la biblioteca, en el pasillo dos —anunció el pequeño, con una sonrisa que iluminaba su cara.

Catherine suspiró. Cedric siempre tenía el don de elegir los lugares más silenciosos y apartados para conversar. —Gracias, Kev. Corre, no llegues tarde a la cena.

[...]

El joven Diggory se sento sobre una de las mesas, mientras tomaba un libro cualquiera y empezaba a hojearlo con delicadeza, esperando la llegada de su novia.

Hasta que un ruido sonó detrás suyo, provocando la curiosidad del joven por preguntar de quien se trataba. Entre las sombras de los estantes, una figura alta y delgada emergió: Draco Malfoy.

—¿Draco? —preguntó Cedric, claramente sorprendido—. ¿Qué haces aquí?

—Soy Malfoy para ti, Diggory —respondió Draco, cruzándose de brazos. Su tono era cortante, afilado.

—No estoy de humor para tus juegos. ¿Qué es lo que quieres? —Cedric lo miraba con los labios apretados, su postura tensa.

Draco sonrió de manera cruel. —¿A quién esperas, Diggory? ¿A Catherine? O tal vez a otra chica... —alzando una ceja, insinuante, mientras sacaba su varita con un movimiento lento, casi provocador.

—No tengo tiempo para esto, Malfoy —respondió Cedric, rodando los ojos—. Si estás celoso, no es mi problema.

Draco apretó los labios en una línea fina, su expresión cambiando brevemente, como si esas palabras hubieran dado en un lugar sensible. Pero, antes de que pudiera replicar, empujó a Cedric con fuerza, haciendo que chocara contra una estantería, para luego alejarse, dejando al Hufflepuff desconcertado.

Cedric miró como el rubio se iba, con el ceño fruncido y una expresión de miedo en su rostro, mientras exhalaba fuertemente.
___________________________________

20/02/23