XIII

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Narrador Omnisciente;

Catherine se sentó en su escritorio, dispuesta a escribir una carta para su madre, quien no había dado señales de vida desde hacía tiempo. "Yo no soy como ella", pensó, con una mezcla de resentimiento y determinación. La pluma gris que reposaba en su escritorio se deslizó por el papel en trazos decididos mientras ella intentaba reunir sus emociones y pensamientos.

Justo entonces, Hermione entró en la habitación, con la cautela de quien conoce los cambios de humor impredecibles de su amiga.

—Buenos días —susurró, intentando no romper la calma.

—Hola, Mione. ¿Cómo estás? —Catherine sonrió, aunque la tensión aún brillaba en sus ojos.

Hermione, acostumbrada a esas transiciones abruptas, no le dio demasiada importancia. Sin embargo, notaba cuando algo no iba bien.

—¿Estás escribiendo? Qué sorpresa... —observó la carta—. ¿Le escribes a tu madre?

—Sí —respondió secamente, mojando la pluma en tinta y continuando su trabajo en silencio.

Hermione, como siempre, se acercó con la intención de corregir cualquier posible error ortográfico, pero la tensión en el ambiente la mantuvo en silencio. El nombre de la madre de Catherine era un tema espinoso, y aunque quería preguntar más, optó por cambiar de tema.

—Hoy juega tu... ¿novio? —preguntó con una sonrisa astuta.

—Cedric no es mi novio, ya te lo dije muchas veces —rió Catherine, dejando la carta a un lado.

—¿Irás al partido? —preguntó Hermione, intentando parecer casual mientras tomaba asiento en la cama.

—Supongo que sí —cerró la carta y la dejó sobre el escritorio, distraída.

[...]

En las gradas, Catherine observaba la cancha, incómoda por estar allí apoyando a alguien de una casa que no era la suya. A su lado, Hermione parecía emocionada, pero Catherine no podía dejar de sentir que estaba fuera de lugar.

—¿Sabes a qué hora empieza? —Hermione la miró curiosa.

—Ahora mismo —respondió Catherine, justo cuando los equipos comenzaron a salir al campo.

Sus ojos se detuvieron en Malfoy, quien ya no llevaba la venda en su brazo.

—Qué rápido se le curó el brazo, ¿No crees, Hermione? —comentó con sarcasmo, mientras sus ojos se fijaban en Cedric, con su sonrisa encantadora y su cabello perfectamente peinado.

—El partido tan esperado entre dos equipos excepcionales: ¡Slytherin contra Hufflepuff! —anunció la voz amplificada por el megáfono, provocando vítores entre la multitud.

Catherine no podía evitar fijarse en cómo Cedric y Draco se miraban con ganas de ganarle al otro, desde lados opuestos del campo, ambos esperando su momento de protagonismo como buscadores.

—Prepárate para perder, tejón —gritó Draco, lanzando una mirada despectiva hacia Cedric, quien simplemente rodó los ojos en respuesta.

[...]

El partido avanzaba, y en el segundo tiempo la tensión se disparó cuando la snitch dorada apareció. Ambos buscadores salieron disparados en su dirección, pero cuando Cedric se acercó lo suficiente, Malfoy lo empujó con fuerza, haciéndolo caer.

El público estalló en gritos mientras Draco capturaba la snitch y sellaba la victoria de Slytherin. Las gradas de Hufflepuff estallaron en abucheos, mientras los jugadores de Slytherin celebraban su victoria con arrogancia.

[...]

Más tarde, Catherine se sentó junto a la camilla donde Cedric reposaba en la enfermería, luciendo un ojo morado y el labio partido.

—¿Crees que estuve bien? —preguntó Cedric con voz apagada, buscando consuelo en los ojos de Catherine.

—Por supuesto, estuviste increíble —le sonrió, tomando su mano con suavidad.

—Cuando salga de aquí, te llevaré a Hogsmeade —dijo Cedric, acariciando su mano con afecto.

—¿De verdad? No tienes que hacerlo... —respondió Catherine, algo sorprendida.

—Pero quiero hacerlo —Cedric le devolvió una sonrisa sincera.

El silencio entre ellos era cómodo, casi íntimo, pero fue interrumpido por Madame Pomfrey, quien apareció de la nada.

—Señor Diggory, es hora de su medicina. Señorita Laurent, debe retirarse —ordenó, y Catherine, sin más opción, se levantó.

—Nos vemos luego, Cedric —dijo con una sonrisa mientras se alejaba. Cedric le devolvió la sonrisa, aunque algo apagada.

Caminando hacia su sala común, Catherine fue interceptada por la figura familiar de Draco Malfoy, su rostro serio y su actitud arrogante.

—Qué golpe me diste ayer... —dijo en un tono bajo y desafiante.

—Te lo merecías, y si no me dejas en paz, te daré otro —le replicó Catherine, intentando esquivarlo, pero él se apresuró a seguirla.

—¿Cómo tomó tu noviecito la derrota? —se burló Draco—. ¿Admitió que soy mejor que él?

Catherine se detuvo y lo miró con furia, obligada a alzar la vista, ya que Draco era considerablemente más alto.

—Déjalo en paz. Cedric no es mi novio, y lo que piense no es asunto tuyo —dijo con firmeza.

Malfoy se inclinó ligeramente hacia ella, su perfume fuerte y masculino invadiendo todos sus sentidos.

—Los he visto. Sé que te gusta... —dijo en un tono serio, sus ojos fijos en los de ella. La expresión seria en su rostro no ocultaba la envidia que lo carcomía.

El rostro de Catherine se sonrojó levemente, pero se mantuvo firme.

—¿De verdad crees que le gustas? —Draco sonrió con burla—. No te engañes, Laurent.

Catherine lo fulminó con la mirada, intentando mantener la compostura.

—Déjame en paz, Malfoy. No te metas en mi vida —dijo, empujándolo levemente para poder seguir su camino.

Draco la observó mientras se alejaba, sus labios torciéndose en una sonrisa amarga antes de desaparecer entre las sombras del castillo.

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02/01/22

𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora