XXV

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Narrador Omnisciente;

Siete años atrás, 1987.

Un silencio de estudio se sentía en la sala de pociones, donde Evan Laurent apoyaba su cabeza en la palma de su mano, en señal de cansancio, mientras su compañera realizaba la actividad.

-Evan.- La chica le habló en un tono de timidez.

-¿Sí?- Respondió él, volteando a mirarla con picardía, provocando un revoloteo de mariposas en el estómago de la joven, y por supuesto, un rojo fuerte en sus mejillas.

Miró los labios del rubio con tentación y volvió a mirar al caldero. -Te toca colocar las plantas.- Comentó, intentando no mirarlo a la cara.

Evan suspiró con cansancio. -¿Enserio debo hacerlo, Ashley?- Respondió, pasando un mechón de pelo por detrás de la oreja de la chica, dándole escalofríos.

-No, no debes hacerlo, lo haré yo. Tú descansa.- Susurró negando repetidas veces con la cabeza y Evan sonrió egocéntricamente, su coqueteo manipulativo lo había librado de otra tarea.

[...]

-Carajo, mierda...- Maldecía Evan mientras entraba a su sala común, acababa de romper su nimbus contra una columna del castillo por accidente.

-¿Que tienes, Evan?- Una voz de una compañera le habló, pero él simplemente siguió su rumbo hacia su habitación, sin siquiera detenerse a mirar de quien se trataba.

Él apenas recordaba algunos nombres de sus compañeros de casa, ya que según su teoría, "son todos llorones, y no necesita saber sus nombres."

Al entrar a la habitación vacía, tomo una pluma y una hoja amarillenta del fondo de un cajón, decidido a escribirle a su madre, para ver sí conseguía una escoba nueva.

Pero recordó que su relación con su mamá había empeorado en el último tiempo, y comprendió que jamás le llegaría ningun tipo de obsequio, y mucho menos uno tan caro como una escoba.

Suspiró con los ojos llorosos, y se sentó encima de su escritorio, analizó la habitación con sus ojos aguados y vió un periódico sobre la cama de un compañero, se acercó con cautela, se refregó los ojos y leyó con atención el titular.

"El torneo de los tres magos empezará próximamente en Hogwarts, los alumnos mayores de 17 años podrán anotarse en el cáliz de fuego, y participar en estos juegos de vida o muerte."

"¿Vida o muerte?" -Pensó. - "Sería un orgullo para todos que yo gane ese torneo..."-

Hizo una mueca, tomó el periódico, lo dobló y lo escondió debajo de su cama, en una semana cumpliría diecisiete años, y estaba listo para cualquier cosa que deba enfrentarse.

Incluso la muerte.

[...]

Días después, Evan despertó un sábado, y vió como a los pies de su cama, reposaban muchísimos regalos que la gente le había dejado por su cumpleaños.

Los miró por arriba y rodó los ojos, para luego empezar a quitarse la camisa de pijama, dejando su pecho al descubierto.

Arrojó su camisa al suelo, se miró en el espejo y acomodó su pelo con las manos, miró sus perfectos dientes y se tiró mucho perfume, para luego ir al baño a higienizarse.

Al salir del baño, aún con el cepillo de dientes en la boca y el torso al descubierto, encontró una larga caja envuelta de forma descuidada en papel de regalo y apoyada sobre la pared.

-Una escoba.- Pensó en voz alta, y por primera vez se atrevió a leer de quien era este obsequio.

"¡Hola Evan, feliz cumpleaños! Me llegó el rumor de que rompiste la carísima escoba que papá te había comprado, así que como agradecimiento por el collar que me diste, gaste mis ahorros en esta escoba (Aunque el tío Daniel me ayudó un poco) Realmente no se que edición sea o si es buena o mala, ¡Pero espero te guste! ¡Disfruta tu día!

Cathy y M̶a̶m̶i̶"

Un pequeño dibujo de un gato blanco y negro con cinco patas se encontraba debajo del texto.

Evan sonrió marcando sus hoyuelos, y abrió el envoltorio, la caja de la escoba estaba completamente dibujada con crayones y lápices, muchas caritas felices y corazones por todas partes.

Al abrir la caja, se encontró con una escoba voladora de las más básicas, aunque bastante buena.

Volvió a sonreír con ternura y guardó su carta en el cajón.

"Ganaré ese torneo, por ella, no por mamá." -Pensó.

[...]

El cáliz de fuego flameaba en el gran comedor, y muy pocos alumnos decidían poner su nombre allí, pero Evan, sin temor alguno, colocó su nombre, recibiendo aplausos y festejos de todos, aunque el pequeño Oliver Wood se acercó al rubio con una expresión de preocupación.

-Capitán, ¿Que pasará con las prácticas? No podemos sin ti.- El pequeño gryffindor habló con timidez, mientras jugaba con sus manos.

-Seguiré entrenándolos, ¿Acaso crees que no puedo hacer las dos cosas? Por favor...- Rió con sarcasmo y peinó su rubio cabello hacía atrás con su mano derecha.

-Oh, de acuerdo, le diré al resto del equipo.- El niño salió corriendo del gran comedor, sin recibir respuesta del mayor, quién prefirió continuar con los festejos.

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13/04/23

𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora