Lo malo es que ahora estoy completamente sola, aunque el avión lleno de gente diga lo contrario.
Pero, lo bueno es, que ahora estoy completamente sola. Todo lo que haga, todo lo que viva, ha sido fruto de mis propias decisiones. Y, aunque me aterra la idea de no tener un plan establecido, es una aventura. Nunca he vivido una aventura. Siempre lo he tenido todo planificado, con horarios marcados, con listas de tareas que tengo que hacer. Qué satisfactorio era tachar algo de esas horribles listas.
En la universidad obviamente tendré que seguir estudiando. Sin embargo, esto ya es distinto. No viviré con mi madre. Estoy sola. ¿Debería sentir miedo? Un poco sí. Sí que quizás estoy un poco nerviosa. No obstante, me ha costado sudor, sangre y lágrimas llegar hasta aquí. Estoy aquí por todo lo que he hecho estos años, y eso nadie me lo puede quitar, nadie me lo puede negar.
Me he pasado todo el viaje de avión durmiendo, aunque el vuelo no ha durado ni una hora. Tengo un sueño fácil de por sí. Mis oídos siguen estando tapados cuando piso el aeropuerto. La gente a mi alrededor camina a paso rápido y yo me quedo quieta. ¿Por qué iba a correr? No hay nadie esperándome. No tengo que estar en una hora en concreto. No le debo explicaciones a nadie. Aun así, mis nuevos compañeros de piso saben que hoy debo llegar.
Agarro el móvil, quito el modo avión y la pantalla se llena de mensajes y llamadas perdidas. ¿Qué cojones? Desbloqueo el dispositivo y veo que todo es de la mismísima Elliana. No pasan dos segundos cuando vuelve a llamar mi madre, respiro hondo y lo cojo.
—Hola, mamá —suspiro.
—¡Menos mal que estás viva! Llevo como quince minutos llamándote.
—Estaba en el avión —empiezo a caminar hacia las cintas donde encontraré mi gigantesca maleta.
—Lo sé, lo sé. Pero ya sabes cómo es tu madre.
—Una pesada —me río.
—Exacto. ¿Qué tal el vuelo? ¿Has visto las nubes?
—Lo cierto es que he dormido todo el viaje.
—Nunca sabré cómo lo haces. Porque te aseguro que eso no lo has heredado de mí. Y me alegro, no me apetecería que tuvieras mi insomnio.
—Mamá. ¿Qué hablamos el otro día?
A ver si se acuerda, porque por el momento no lo parece.
Hay silencio al otro lado de la línea, y definitivamente sé que lo sabe, solo que no quiere aceptarlo.
—Mamá...
—Que tenía que dejarte tu espacio. Pero es que eres mi pequeña, ya sabes que soy muy protectora contigo. Y tienes que estar orgullosa de mí por haber rebajado el trato, me costó mucho.
—Tampoco es que nos viéramos tanto cada día —pongo los ojos en blanco.
—Pero una cosa es saber que estás aquí, en casa. Y otra es no verte ni el pelo porque estás en la universidad, ahí no te podré ver.
—Es lo que toca... —le vuelvo a decir.
—Lo sé. Lo sé —suspira—. Recuerda. Cada domingo al mediodía te llamaré. Y abrígate mucho, ¿vale?
—Ni que me hubiese mudado a la Antártida.
Eso la hace reír.
Es cierto que se ha controlado mucho. Es lo que tiene ser su única hija y familia de sangre a estas alturas. Mamá quería que le enviara mensajes y fotos cada día, para demostrarle que estaba de una pieza, pero tras unas horas de hablar y convencerla de que estaría bien (porque siempre he sabido cuidar de mí misma), logramos un punto medio. Sé que llamarla la tranquilizará más, pues podrá escuchar mi voz.
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Cállame con besos [COMPLETA]
Teen Fiction¿Seguir las normas y lo establecido? Esa ha sido la vida de Brielle durante todos estos años. Ahora llega la universidad, una mudanza, gente nueva y decisiones propias. Brie tiene cientos de gritos en su interior que quiere soltar, pues lleva tant...