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Me recuerdo a mí misma por novena vez que nunca más voy a creerme algo que diga Ryker, y más cuando tiene una pequeña sonrisa. Ese chico no tiene nada bueno planeado cuando sus dientes asoman, pues es la novena vez en toda la noche, y la mañana, que me levanto de la cama para ir al baño.

Al menos esta vez no hay un tío mediodesnudo en la bañera. Hay que agradecer eso. Me siento en la tapa del váter, y cuando tiro de la cadena me dirijo por novena vez a la cocina para beber un noveno vaso.

Hace cinco rondas de agua que he empezado a beber la del grifo, no es cuestión de dejar a mis compañeros sin agua del garrafón que tenemos. Aunque por momentos me planteo dejar a Ryker sin su preciosa agua. Sin embargo, como todos compartimos ese maravilloso líquido refrescante, no lo hago. Ni Willow ni Darren se lo merecen.

Bueno, quizás Darren también un poco. Al fin y al cabo, aunque la principal culpa fuera del pelinegro, el pelirrojo se había mordido el labio inferior para no decir nada cuando Ryker se lo había pedido, aunque creo que también hubo algún golpe. A Willow casi le dio un ataque al verme toser sin parar. Habíamos pedido sushi, y había venido con un poco de wasabi. En mi defensa diré, que yo no sabía qué cojones era el wasabi. Mi compañera se había ido al baño un momento cuando la tragedia sucedió.

—Es para acompañar los makis. Se pone un poco encima de estos para darle más sabor —había respondido Ryker.

—Bueno, aunque lo cierto es que... —Darren se mordió el labio inferior, se había escuchado un golpe por debajo de la mesa.

—¿Más sabor? —pregunté, mirando mi tenedor.

Probar el arte de los palillos no había sido una buena idea, pues con dos intentos el sushi se me había caído al suelo.

—Ajá —Ryker mostró una sonrisa.

Ahí estaba mi error. Esa sonrisa había provocado el desastre.

Me metí el maki de salmón y arroz en la boca con un trozo bastante considerable de wasabi, después sentí que toda mi boca ardía y que me iba a derretir. Me levanté corriendo para ir a la cocina y me harté de agua. Cuando Willow llegó al comedor escuché preguntar por mí.

—¡Idiota! ¡¿La quieres matar?! —gritó mi compañera.

Había venido corriendo a socorrerme y a pedirme perdón, diciendo que Ryker era un idiota. Verla tan preocupada me sorprendió. Me miraba con unos ojos que deseaban hacer cualquier cosa para quitarme el dolor, o mejor dicho, el ardor. Cómo ardía eso.

—¿Cómo estás?

—Solo necesito agua —me volví a rellenar el vaso.

Al terminar de cenar yo seguía con el sabor a wasabi en mi boca, y Ryker se había ganado tres miradas asesinas por mi parte, que solamente lograban una risilla en él. Darren lo intentó golpear por debajo de la mesa, pero me dio a mí y aguanté un grito. El pelirrojo había abierto los ojos con horror y la boca para disculparse.

Yo me levanté de la mesa.

—Si vuestra idea es matarme, creo que lo váis a conseguir. Mejor me voy a dormir.

—Descansa mucho, Brielle —dijo suavemente Willow claramente avergonzada.

Después la escuché reñir por lo bajo a los chicos, aunque por las risas que oía estaba claro que no se la tomaban muy en serio. Un rato después Darren había llamado a mi puerta. Yo estaba con el pijama y con ganas de acabar el día. La borrachera y la cena me habían dejado cansada.

—¿Me vas a volver a pegar?

—No era mi intención —tensó una sonrisa.

—Vale —respondí.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora