XVI

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Nos hemos refugiado del frío decidiendo que la mejor opción era meternos en el primer bar que hay al salir del campus.

Las temperaturas de diciembre han dado ya con fuerza, y su aire frío se cuela por cada capa de ropa que llevo encima. He tenido que comprarme más sudaderas y jerséis, y Willow se las ha ingeniado para meter un jersey morado oscuro en mi armario. Me lo he puesto, quería darle una pequeña satisfacción después de lo que pasó con una de sus compañeras de clase. Se ve que hubo una pequeña disputa porque a mi amiga la han pasado a tercer año de baile, y algunas compañeras se han quejado diciendo que no se lo merece.

Ryker parecía estar a punto de destrozar el mando de la televisión de la fuerza que ejercía para controlarse. Willow es nuestra protegida, si alguien le hace daño, tendrá que vérselas con nosotros tres.

En el bar le pedimos a una camarera que nos traiga una cerveza, yo aún sigo acostumbrándome a su sabor, aunque la mayoría de veces se la termino dando a Logan, a quien últimamente veo mucho por el campus. Hemos coincidido varios días entre mi salida de la biblioteca y su entrada a esta. Al final siempre me ha terminado convenciendo para quedarme un rato más y así él no estar solo.

El concepto de estudiar es muy relativo con Logan. Realmente se pasa todo el rato mirando el ordenador sin nada que memorizar. Yo siempre he seguido con lo mío, hasta que los dos nos hemos cansado y hemos terminado varias veces hablando de cosas sin importancia o chismes. Que si Ramón está muy pesado últimamente con que hay que probar la pata, un tipo de ataque de vóleibol, o que si el entrenador casi es inexistente aunque muy majo.

No cuento mucho sobre mí, solamente lo que me pregunta.

—¿Cuál es el mejor sexo que habéis tenido? —pregunta Delilah, con quien no comparto muchas clases.

—¿Lugar, postura o persona? —pregunta Stella.

—Lo que sea —se encoge de hombros, sus ojos grandes y negros mirándome directamente, esperando a que responda.

—El verano pasado, en unas rocas escondidas de la playa, era el atardecer y estábamos solos —explica Paul.

—Hace unas semanas en una fiesta universitaria, lo hicimos en los baños, no es lo más higiénico del mundo, pero hacía horas que nos teníamos ganas —suelta Michael.

—¿Tú? —me pregunta directamente Delilah.

—No lo he hecho —digo con total sinceridad.

Además, ¿qué tiene de especial? No sé, no me imagino a mí misma desnudándome delante de una persona. Y más si casi no la conozco. Ifza me había enviado un artículo con varias sexualidades explicadas, y aunque estuve haciendo memoria y metiéndome dentro de mi cabecita, al principio creía que nada se parecía a mí. Hasta que varias horas después, encontré algo que me cuadraba un poco más.

Me sentí bien al saberlo. Me gusta conocerme a mí misma.

—Pero, tía, si eres guapísima —dice otra de las chicas.

Siento que todo el mundo me mira, y es porque realmente lo están haciendo, y me pongo un poco nerviosa, aún sigo trabajando en eso de ser el centro de atención, aunque sea por unos pocos minutos. Me siento observada y analizada.

—Lo cierto es que no me sorprende —suelta de mala gana Delilah.

—¿Perdona? —ataca Paul, aunque yo también lo he estado a punto de hacer.

La chica de ojos profundamente negros deja de mirarme con desprecio para mirar a Paul, quien no se hace pequeñito, sino que se cruza de brazos y la observa fijamente.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora