Subo las escaleras porque ni de coña sigo confiando en el viejo ascensor. El piso está en silencio. Es extraño. No hay nadie, y por primera vez creo que no me gusta mucho.
Me he acostumbrado a su presencia de una forma u otra, y aunque de normal deseo tener un poco de silencio, lo logro cuando es de noche y todos duermen. Así que divago por el apartamento al ritmo de mi música que se mueve por mi interior. Mi cabeza no consigue quedarse quieta y termino deslizándome por el suelo de parqué y cogiendo una botella de agua medio vacía para hacer de micrófono. No canto, solo muevo los labios haciendo que lo hago.
No soy mucho de bailar, pues no sé moverme de una forma concreta, no sé seguir pasos, sin embargo, solamente muevo mi cuerpo de la forma en la que siento que me gusta y parece que esté llena de agua por dentro. Algo que me hace gracia pensar, porque siempre me he asociado a mí misma al fuego.
Cuando me siento lo suficientemente cómoda con mi cuerpo y por cómo estoy disfrutando la canción, me atrevo a cantar la letra un poco entre susurros. Dejo pasar las canciones sin ningún problema con esta sesión íntima por mi lista de reproducción actualizada. Seguramente Ryker se reiría de mí si me viera bailar en medio del salón. Willow se uniría a mí, seguramente cantaría la letra conmigo. Darren mostraría una de esas sonrisas que tiene y negaría con la cabeza mientras se acerca para unirse también.
Al pensar en ellos me siento genial. Sin querer me doy cuenta de que me encanta vivir con ellos, me encanta estar aquí. Me siento cada vez más yo. Y me gusta esta Brie.
¿Dónde estarán?
Envío un mensaje a Willow, y espero sentada en el sillón. Nada.
La llamo. Nada.
Me empiezo a poner nerviosa, Willow nunca tarda en coger el teléfono. Intento llamar a Ryker pero tampoco responde. Esto es muy extraño. Entre regañadientes entro a la lista de contactos y busco el de Darren. Contesta al segundo pitido y siento que puedo respirar un poco mejor.
—¿Se puede saber dónde estáis? Llevo una hora aquí y nadie ha vuelto —digo directamente.
—¿Que me echas de menos, quesito? —bromea por el otro lado de la línea.
—¿Estás bien o no? —pregunto sin rodeos.
—Yo sí, Ryker no tanto, estamos en el hospital, en la sala de emergencias.
—¡¿Qué?! —corro hacia mi cuarto y agarro el abrigo y las cosas necesarias—. Estoy de camino.
Bajo corriendo por las escaleras casi dando saltos. Darren aún no ha colgado, pero me lo va contando todo por el camino, se agradece que no me haya dejado sola con mis pensamientos, quizás me conoce más de lo que pienso. Se ve que Ryker quería cocinar algo. Dios santo, ¿pero este chico no ve que es un patán para la cocina? Niego con la cabeza mientras mi amigo me sigue contando que había querido usar aceite y que lo había dejado hervir por demasiado rato, hasta tal punto que cuando ha puesto algo para freír, el aceite ha saltado y le ha creado quemaduras por toda la mano izquierda.
—¿Acaso no has visto la cocina? —pregunta de repente.
—No...
—Está destrozada casi, a Ryker se le ha metido entre ceja y ceja cocinar algo más elaborado que sus preciadas ensaladas.
—Mejor que se quede con sus ensaladitas, no me arriesgo a que se muera de un accidente culinario. Voy a matarlo yo si eso.
De repente, la voz que se escucha por la línea cambia completamente. Es Willow que intenta tranquilizarme, estoy en la puerta del hospital y me indica cómo llegar a donde están. Ryker ha salido ya de la consulta o donde fuera que estuviera. Llego casi sin aire en los pulmones al cruzar las puertas de cristal. Darren es el primero en verme y se acerca, pero voy corriendo hasta el afectado por el accidente.

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Cállame con besos [COMPLETA]
Novela Juvenil¿Seguir las normas y lo establecido? Esa ha sido la vida de Brielle durante todos estos años. Ahora llega la universidad, una mudanza, gente nueva y decisiones propias. Brie tiene cientos de gritos en su interior que quiere soltar, pues lleva tant...