VI

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La pantalla del móvil brilla y me distrae, pongo los ojos en blanco y miro el aparatillo. Me levanto casi de un salto cuando veo que es mi madre quien me está llamando. Mierda. Me había olvidado. Darren para la película, aún vamos por la mitad, y lo cierto es que sí que me ha hecho desconectar por un rato. Acepto la llamada y pongo rápidamente la oreja en el altavoz.

—¿Estás bien? —pregunta preocupada—. Has tardado mucho en cogerlo.

—Perdona, estaba distraída —me disculpo.

—Vale...

Hay un silencio de por medio y me pregunto cómo será esto. Si me va a preguntar ella o si espera que yo empiece a contarle lo que he hecho estos días. Aunque solo haya pasado uno.

—¿Ya te has instalado? —empieza.

—Sí.

Se hace otro silencio. Dios, es muy raro que me pregunte por estas cosas.

—¿Y qué tal los compañeros?

Parece que Darren lo escucha, porque empieza a mirarme muy detenidamente y apoya las manos en las rodillas, esperando a que yo responda. Pongo los ojos en blanco y le doy la espalda.

—Bastante bien, aunque la forma en la que nos conocimos fue un tanto extraña.

—¿Extraña? Cuéntame.

Puedo ver su sonrisa de cotilla a través del teléfono.

—Es una larga historia, pero te puedo asegurar que toda posible incomodidad desapareció al instante. Parece ser que una buena forma de crear vínculos es pasar por alguna estupidez conjuntamente.

—Me alegro de escuchar eso. Nunca haces estupideces.

—¿Y eso es malo?

—Brielle, amor. Eres joven, tienes dieciocho años. Me sorprendería que no cometieras alguna estupidez.

—¿Así que me animas a que haga estupideces? —frunzo el ceño.

—Tampoco te animo, pero digo que no pasa nada.

Unos segundos vuelven a pasar, ya no hay esa incomodidad. Esto me gusta. No está tan mal.

—¿Tú cómo estás? ¿Ya has llorado melancólicamente viendo mi cama vacía? —bromeo y ella se ríe.

—A ver. Siempre lo he hecho. Tú crees que no te veía el pelo, pero muchas noches al llegar del hospital me ponía a mirarte dormir, solo por un minuto.

Abro los ojos sorprendida.

—¿En serio?

—Claro.

Sonrío un poco, casi imperceptiblemente, miro a Darren que se ha vuelto a sentar cómodamente en el sofá. No quiero ser un estorbo. Quizás debería ir a mi cuarto.

—Ah, por cierto. La señora Dawsey te envía recuerdos y...

Un sonido la corta de repente, y es casi inevitable que lo escuchemos. Reconozco perfectamente ese sonidito. Su teléfono del trabajo, debe marcharse corriendo al hospital.

—Ve, mamá. Tienes que salvar vidas —miro mis pies—. Hablamos la semana que viene. Un beso.

—Un beso. Lo siento.

—Tranquila.

Después es ella la que cuelga. Observo la pantalla del móvil hasta que se apaga, lo tiro hacia el sofá y después me siento, abrazando mis piernas. La película está congelada y espero a que arranque. La pantalla se ha quedado en una escena concreta, es un paisaje lleno de árboles. Cuando pasan unos segundos giro la cabeza para mirar a mi compañero de piso.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora