Unos años más tarde...
Bailoteo por la cocina al ritmo de la música, ganándome aplausos y ovaciones desde el otro lado de la encimera. No hace mucho que he descubierto que a Molly le encanta verme bailar y saltar, así que lo hago para animar los mediodías por el piso y así entretenerla.
Es gracioso cómo la música ha sido algo que le ha encantado desde que nació, quizás fue porque durante el embarazo mi marido y yo nos pasamos semanas y semanas poniendo música en el comedor y bailando al llegar a casa por la noche. Y aunque pusimos canciones de distintas variedades, los domingos siempre poníamos una concreta. La misma que seguimos poniendo el último día de la semana.
Molly me sonríe desde su trona, con ganas de comer. Aplaude con las manos y suelta grititos de emoción cuando la música de fondo vuelve al estribillo. Su pelito corto pelirrojo oscuro está recogido en dos coletas que hoy su padre ha logrado hacer por primera vez. Ya tengo ganas de hacerle trenzitas, aprendí de la mejor compañera.
Sus ojos miel brillan con la luz que entra desde la gigantesca ventana de la cocina.
No sé si entiende la letra de la canción, pero le voy poniendo la cuchara de madera cerca para que cante, solo balbucea cosas sin sentido.
Estoy tan concentrada en la pequeñina que ni me doy cuenta de que alguien ha entrado por la puerta. No obstante, unos segundos después, Molly ya no está en su trona, y su padre la lleva en brazos, bailando también, haciendo que nuestra hija suelte una risa de las suyas.
—Creía que habíamos quedado en que hoy hacía yo la comida —dice Darren antes de posar un beso en mis labios.
Y madre mía, nunca me canso de sus besos. A veces incluso me cuesta asimilar que hubo un tiempo en el que este musculitos no estaba en mi vida. No por ninguna discusión o porque nos dejamos de querer, simplemente por nuestro bien.
Hace unos años, cuando me gradué, y me ofrecieron una plaza en un bufete de abogados en los Países Bajos, tuvimos que empezar una relación a distancia. Y tras haber vivido tres años juntos fue duro. Aunque al principio costó, me adapté. Sin embargo, para Darren no fue tan fácil. Fue en uno de esos viajes que hice a Reino Unido para verlo, que al tener que irme, me di cuenta de la dependencia que me tenía. Y entre lágrimas y besos tristes, ambos decidimos que él tenía que trabajar en eso por su cuenta. Cortamos contacto, no supe nada de él por varios años, y yo conocí a alguien.
No obstante, lo de ser abogada no salió tan bien como esperaba. Me gustaba, pero no amaba la profesión. Además, con el tiempo, mi relación se volvió tóxica con mi pareja por ese entonces. Haciéndome creer que mis reacciones y mi ira eran desmesuradas, haciéndome creer que no estaba bien de la cabeza. Luz de gas en toda regla.
Decidí dejar el trabajo y volver a Reino Unido. Darren no lo sabía. Me quedé en casa de mi madre, quien se casó con Andrew cuando a mí me quedaban unas semanas para terminar la universidad. Pienso mucho en esa boda, lo bonita y sencilla que fue, y cómo mamá conoció a Darren. Cómo él y yo bailamos esa noche, ansiosos por llegar a la habitación y quitarnos la ropa.
En mi ciudad natal visité un par de veces la antigua cafetería de la señora Dawsey, ya abandonada y vacía. La echo de menos cada día, pero lo que me dolió más fue ver lo que me había dejado en su herencia. Yo, que no tenía ningún lazo de sangre con esa mujer, aparecía en el testamento, dejándome su libro de recetas privado. Lo guardé con sumo cuidado en el cajón de mi cuarto.
Fue en esa visita que hice porque me sentía perdida, sin saber cómo retomar las riendas de mi vida, que abrí el cajón.
Había estado entre hornos y dulces desde que era pequeña. Había crecido en esa cafetería. Era parte de mí, y me hacía increíblemente feliz. Contacté con Willow para pedirle ayuda, siempre hablábamos por mensaje y de vez en cuando nos llamábamos. Estuvo ahí para abrirme los ojos cuando le conté lo de mi pareja y me apoyó cuando rompí con él.
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Cállame con besos [COMPLETA]
Teen Fiction¿Seguir las normas y lo establecido? Esa ha sido la vida de Brielle durante todos estos años. Ahora llega la universidad, una mudanza, gente nueva y decisiones propias. Brie tiene cientos de gritos en su interior que quiere soltar, pues lleva tant...