XXV

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Willow tenía razón, quizás tener un poco de color en mi armario no me mate. Además, este nuevo jersey abriga muchísimo, y se agradece, puesto que por las noticias han anunciado que es muy probable que nieve durante los próximos días. No soy de las que compra mucha ropa, pero he tenido que ir haciendo un poco de compras. Entre mis planes no está morir de frío.

De normal, al llegar a casa intento ponerme algo más cómodo, pero hoy he decidido quedarme con la ropa de calle por un rato más. Quiero que mi amiga vea que me lo he puesto. Que no es ese oscuro violeta, sino un suave y dulce azul con manchas blancas. ¿Voy a usarlo alguna vez más? Se intentará.

Finalmente es viernes tarde, y lo mejor de todo es que he terminado ya los deberes para la semana que viene, quizás mi vida social de estos días no ha sido extremadamente extensa, pero tampoco me apetecía, y más si tenía que encontrarme con Delilah en clase. Los del grupo y yo nos hemos distanciado de ella, y aunque intenta mantener alguna conversación con Stella, esta solo responde cuando le hace preguntas.

Me tumbo en el sofá, esperando a que la lavadora termine de hacer su trabajo para poner la ropa en la secadora. Otro descubrimiento que me ha cambiado la vida. La famosa secadora. Dios, ojalá tener una de estas en casa de mi madre, siempre debíamos tener la ropa secándose en el comedor y si venía alguien a casa (que no pasaba casi nunca) teníamos que recogerlo o meterlo en algún sitio para que no se viera.

Enciendo la televisión y me pongo una serie nueva que he empezado a mirar, a veces se me hace extraño hacer cosas para distraerme. No obstante, esta nueva Brie me gusta. Paso capítulo tras capítulo, y todo el piso está en silencio. Willow ha ido a hacer unos recados, Ryker está en su cuarto con los auriculares puestos, y supongo que Darren estará en la suya. Me planteo por unos segundos ir a su habitación y hablar con él, pero no quiero molestar.

Pasan dos horas más hasta que la puerta se abre y me coloco un poco mejor en el sofá para ver a Willow quitándose la bufanda, los guantes y el gorrito de lana. Tiene la nariz rojiza.

—¿Tanto frío hace? —pregunto.

—Casi me convierto en un muñeco de nieve, y eso que aún no ha nevado. El viento que pasa por la calle es horriblemente frío. Por cierto, te queda genial ese color —mira mi jersey.

Misión cumplida.

—No tenía pensado salir de casa, pero definitivamente esto me dice que no lo voy a hacer ni de coña. ¿Qué tal el día?

Mi amiga cuelga las cosas en la pared y se acurruca a mi lado, agarra una manta que está en la otra punta del colchón y la abre para que las dos nos metamos dentro. Mi temperatura corporal no está tan mal, pero es cómodo sentirse arropado.

—Agotador. Nos han hecho repetir la misma coreografía por tres horas seguidas, creo que si doy un paso más se me van a romper las piernas.

—Esto de estar en un nivel más alto se nota, ¿no?

—A momentos voy un poco perdida, pero son buena gente la mayoría. Hay una chica que desde que entré en clase me mira muy mal. Pero bueno, entiendo que no todos los años suben a una de segundo a una clase de tercero. Ahí la mayoría de los estudiantes son casi ricos.

—¿Tanto cuesta la universidad esta?

—Todo lo que sea estudiar algo relacionado con el arte o la música de una forma buena es caro. Solamente imagina el dineral de la universidad para crear tantas salas insonorizadas con todos esos botones.

—Ni me lo imagino.

—¿Qué miras?

—Una serie que me recomendó Ryker, es un poco tergiversada, pero está muy interesante.

Cállame con besos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora