Confesión

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Gotas de sudor resbalaban por todo el cuerpo de Edward quien está increíblemente acalorado.

Además, no puede mover ni un solo músculo, como si toda la fuerza de su cuerpo lo hubiera abandonado, pero si puede ver y escuchar perfectamente todo lo que pasa a su alrededor.

La mujer que ahora tiene la blusa desabrochada revelando su blanco escote es hermosa.

Con cuerpo esbelto y tonificado.

Piel suave y blanca, pero no es Emily.

La chica tiene un largo cabello rubio con flequillo y sus ojos son de un color diferente.

Además, desborda una sensualidad peligrosa.

Sin dudas, la chica es muy ardiente pero Edward no quiere a ninguna otra mujer más a que Emily en su cama.

Aunque él tiene que admitir que ella lo atrae un poco y eso lo molesta.

"Tienes calor?"

Cuestiona la chica acercándose a Edward quien desliza lentamente sobre el cuerpo caliente de Edward un cubo de hielo, el cual se derrite por completo...

"Quien eres tú y que haces aquí?"

Cuestiona Edward irritado por el toque de la chica, aunque fuera con el hielo.

"Digamos que..."

"Soy amiga de Emily Mu."

"La conoces?"

La chica se sirve un poco de vino para tomarlo de un golpe, despues de dejar la copa sobre la mesa, toma una suculenta fresa para comerla.

"Delicioso."

Exclama la bella rubia frente a Edward quien tiene el pulso acelerado.

"Y que es lo que quieres aquí?"

"Quieres regodearte en mi dolor?"

Lorelay se sienta en el sillón donde estaba sentado antes Edward.

"Dime una cosa."

"Porque vienes a esta habitación este día?"

"Significa para ti algo esta fecha?"

"Tengo curiosidad."

La chica lo interroga.

Edward cierra los ojos, pues no quiere ver los ojos penetrantes de la chica.

"Porque debería responderte si no te conozco?"

"No voy a decirte nada."

"Lárgate y déjame en paz."

Edward responde arrastrando un poco la voz, provocando que la chica se ria de ella.

"Querido, claro que me dirás todo lo que quiero."

"Emily me contó que usaste en ella algo llamado suero de la verdad..."

"Me equivoco?"

Edward abre los ojos debido a su asombro.

"Bien, yo no poseo ese suero, pero tengo algo mucho mejor y natural..."

La chica afirma.

"Lo que hueles te va a hacer decirme lo que quiero."

"Así como lo que bebiste te ha dejado incapaz de moverte, pero puedes verme y oírme, cierto?"

Edward aprieta la mandíbula porque la chica tiene razón!

Prohibido Amor de un CEO, Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora