También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas
—Como tú (Roque Dalton)
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Después de la discusión, Aemond se encuentra topándose a su sobrino más a menudo. No solo ahora que es quien lo asesora en sus clases de valyrio, sino que el niño se toma el atrevimiento de buscarlo en los descansos del almuerzo y la media tarde. Es un leve recuerdo de su niñez atormentada y feliz, de los días de sol sobre playas de arena; de huevos de dragón convertidos en roca encontrados entre los acantilados; de su madre rezando en el pequeño altar de la bahía, mientras su padre hablaba de los dioses apócrifos de sus ancestros, que requerían sacrificios y sangre.
Sangre y fuego. Perzys se Ānogār. ¿Cuántas veces esas palabras han significado algo para él? ¿Para sus hermanos? ¿Para su media hermana? Ninguno conoce la guerra, o la desidia, aunque han tenido sus propias batallas. Y sería más fácil si las conocieran, así no tendría que esconder lo que siente por Luke, ni tener miedo de las represalias de su madre, sus dioses y el mundo en general. Si él tuviese un dragón, o fuese un príncipe, nadie podría decirle que no.
Pero no lo es, y debe vivir con ello. Así, como un cachorro huraño, deja que su sobrino vague a su alrededor sin hacer escándalo, sin notificarlo como un cambio o un avance. No es muy diferente a la manera en que han llegado otras relaciones a su vida.
Aemond no tiene muchos amigos, solo Dalton Blackwood y Catelyn Vypren, ambos de su curso de psico-anatomía, por lo que no pasa desapercibida su nueva conexión. Dentro del campus, a nadie parece importarle, son familia, así que se asume que deben llevarse bien y, entre los chicos con los que comparte clases, muchos son hermanos mayores, por lo que parecen congraciados con la falsa modestia de Lucerys.
—He escuchado que en su antigua escuela lo acosaban —le comenta Dalton, una tarde—, es bueno que lo apoyes aquí. Aunque es bastante raro que tengas un corazón para alguien.
Aemond bufa. Está tratando de memorizar algunas notas sobre problemas asociados a la conducta y sus repercusiones en cerebro, el maestre Wylde no es conocido por ser el mejor orador. Se detiene porque piensa en sus clases, en la foto, en su teléfono, y en la razón por la que Luke confesó querer enviarla a alguien:"hacer las cosas que los demás hacen con las personas que les gustan" o algo así.
No quiere sentir el puñal, pero este se arrastra por su pecho.
—¿Sabes por qué lo molestaban? —pregunta a su compañero.
Están detrás de la cafetería, en un pequeño jardín con bancos y mesas, Dalton está tomando algunas fotos del jardín con la ayuda de prismas y diferentes lentes. Aemond pasa el rato con él siempre que puede, su afable sinceridad lo anima.
—Creí que lo sabías —le dice, deteniendo su trabajo—. Parece que le gustan los chicos y algunos lo molestaban por eso. ¿Sabías?
Así que, a aparte de un idiota intentando que le envíe contenido delicado, hay otra serie de indeseables persiguiéndole. Quiere no pensar en él, o en su vida, pero el universo lo destina a tener que ser el principal garante de todo esto.
—Sí, sé que le gustan los hombres, creo que pasamos la última reunión familiar escuchando cómo conoció a Cregan Stark en una competencia a la que fue con su padre. Nos peleamos cuando le dije que ya no quería escuchar ninguna de sus mariconadas.
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Intimidad
Fanfiction[Lucemond] [AU Moderno] Aemond tiene una vida aparentemente tranquila. Es el hijo de un hombre rico, una historia familiar exuberante y es el prospecto de adolescente perfecto, al menos en apariencia. Todo se pone de cabeza el día en que recibe una...