Lucerys IX

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Despierta héroe
El hielo se ha derretido, astillas en mi mano
Oye, bicho raro, seca tus lágrimas
la primavera ha brotado en la nieve.
No lo creas, sal a verlo
Dejé aquí mi pasión
ganó la pena.

Con el miedo en mi boca:
"Conoce a tu viejo amigo"

здравствуй ― перемотка

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La sensación de la arena entre los dedos de sus pies es agradable, al menos mientras concibe la idea de como enfrentar todo lo que está pasando. El cielo nocturno está despejado, así que se funde en sus extremos con el mar, dejando una amplia ventana al universo para observar. Lucerys tiene miedo y también ansiedad.

Las cosas siguen sin ser sencillas. Ya no por sus propios miedos, o los de Aemond, sino por el mundo de la adultez en el que están deslizándose y que amenaza con hacerse tan complicado como incordio. No es que desee ponerse más trabas a sí mismo, sino que duda de las oportunidades que por accidente, o conexiones, se le posan al frente. Lucerys no es estúpido, sabe muy bien que mucho de lo que es se lo debe a la posición privilegiada de su familia, que ha sido alimentada por mitos y conspiraciones desde antes de que su abuelo existiera, es solo que se niega a pensar que no vale más que las reglas cuidadosamente elaboradas que lo protegen del mundo real.

Aquí está, donde empezó. En esta playa pasó los primeros años de su vida, construyendo fuertes en el arena y aprendiendo a nadar en sus orillas; vio crecer a su familia y deformarse; ha visto aquí todos los amaneceres y todos los atardeceres que hacen falta para entender que no hay días iguales, sino gente que piensa igual.

La manta sobre la que se sienta, y la que cubre sus hombros, son solo un escudo planificado para sus miedos.

—¿Crees que mi padre en realidad nos entregue todo? —Aemond está a su lado, si se estirara un poco su brazo podría alcanzarlo, viste despreocupado y tiene el cabello suelto, las hebras platinadas se ven bien al contraluz de la luna.

Si la luna fuese una amante
una amante sincera
blanca
pura
encapsulada,
tendría más miedo
de morirme,
no de pensar
que podría seguirme

La poesía siempre ha sido mejor que su propia consciencia para explicar las cosas que encuentra en la vida diaria. La poesía siempre ha sido mejor que él mismo para poder describir sus sentimientos hacia Aemond. Y él está aquí, hablando de las circunstancias económicas de su familia.

—El abuelo sabe lo que hace, ha hecho esto por más tiempo que cualquiera. —El sonido de la marea es un poco alto, junto al viento, por lo que imprime algo de fuerza en su voz—. No deberías preocuparte por eso, si pidió tu opinión la tendrá en cuenta.

—No sería la primera vez que toma una decisión sobre la que todos están en desacuerdo.

Quizá de eso se trata la vida, de irse de ella seguro de que se ha sido fiel a uno mismo. Lucerys no cree que su abuelo se arrepienta realmente de algo, no cuando ni siquiera se atreve a mantener un orden sobre las personas que tiene a su cargo. ¿Él debería hacer lo mismo? Sus decisiones de los últimos dos años han estado orientadas en seguir y eludir las recomendaciones que Aemond le dejó en una carta llena de sentimientos contradictorios; había tenido una buena intención, pero también lo llenó de algunas expectativas que de ninguna manera le serían llenadas. Siente ahora que traicionó la confianza de Kermit por no poder contarle la verdad detrás de todo lo sucedido nunca, él chico solo sabía que su hermano y su tía habían huido a algún lugar, pero jamás le habló de las complicaciones que supuso esto para su propia vida. Quizá es también esa la razón por la que fue tan inimaginable para él dejar todo atrás y aceptar la propuesta de vivir juntos el siguiente año.

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