Aegon I

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Piensa en el mar

Hay una puesta de sol en él

El humo son las historias

Reemplazando a las nubes

Piensa en el mar (nada, huye)

Hay una puesta de sol en él (camina, camina, camina, huye)

―мы - думай о море (Traducción aproximada propia)

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Mira a Egg y mira a su hermana. Aegon siempre ha sido una piedra en el zapato, no se considera por encima de nada ni nadie, mucho menos superior a Rhaenyra, pero entiende ciertas dinámicas que recurrentes en casa.

―¿Hay algo que quieras decir? ―pregunta ella, sirviendo algunos pasabocas. La mesa larga, en la que se tiene prevista la comida, es una mole de roble con tallas blancas de arciano, con veinte asientos distribuidos por ella.

Puede escuchar a su madre en la cocina, al fondo del pasillo, guiando a uno de los cocineros en lo que debe ser una de sus recetas familiares famosas. Alicent Hightower solo es feliz cuando tiene que impresionar a Rhaenyra Targaryen, algo sobre su vieja amistad que sobrevive a pesar de las peleas, los gritos y la distancia.

―Creo que otro Aegon en casa es bueno. Por fin tendré competencia para no desacreditar el nombre familiar.

Rhaenyra da una risa fácil. Le gusta eso, cuando su hermana es más su hermana y menos la contrincante de su madre por la atención de todos. Son dos mundos diferentes, tan antagónicos entre sí, que Aegon ha llegado a sospechar que, lo que las separa de un amor apasionante y desgarrador, es el respeto de ambas por su padre.

También el hecho de que su madre sea una mojigata.

Viserys, como siempre, viene a palmear su espalda y llamarlo "muchacho".

―¿Han mejorado tus inversiones? ―lo interroga, llevándolo hacia la sala―. Escuché muchas cosas de Lyonel y me parece que ya no puede haber quejas sobre ti.

El tío de su madre es quien lo ha estado ayudando a posicionar algunas de sus ideas, así como le dio la regencia de uno de sus bares; uno del que no quiere que nadie se entere, porque, obviamente, el hombre más devoto de los Siete no está involucrado en ninguna cosa cercana al pecado. Es bueno que Aegon no tenga las reservas que sus hermanos han heredado.

―El tío me ha encargado varias cosas. Dentro de poco podrán dejar de preocuparse por el dinero que gastan en mí.

―¡Jamás! ―advierte su padre, de forma tajante― Ningún hijo mío dirá que lo dejé desamparado.

Siempre ha sido así, un padre intentando compensar su negligencia con regalos. Cuando Aegon piensa en su infancia, tiene más presente el rostro del amante de su hermana que el de su padre; incluso Rhaenyra le ha clavado un regaño más veces que él. ¿Cuán lejos está ahora que ni siquiera vive con su madre? El viejo no es más que un proveedor extraño, afincado en una isla de la que tiene recuerdos infantiles irreconciliables: la familia que ansía y la que detesta.

Aegon es el mayor y, aunque sus hermanos y sus sobrinos no tienen mucha diferencia de edad, fue el primero en saber que su nacimiento, y el de los demás, son un error fatal de cálculo. Una madre demasiado joven, ex-mejor amiga de su medio hermana que no tenía ningún motivo para respetarlos. Alicent se había metido en los aposentos de su padre con el cadáver de su anterior esposa aún caliente; una idea extraña para alguien que lamenta cada pecado cometido por la humanidad desde la primera vez que dos personas cogieron por placer (que debe ser la forma más natural de hacerlo) hasta hoy. ¿Cuántas veces escuchó la palabra "puta" tirada de un lado a otro? "Puta" es la palabra más cercana a "amor" que aprendió en sus primeros años de vida.

IntimidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora