Lucerys VIII

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Recuerdo lo rápido
que tu cara desapareció.
El ligero rubor en mi cara
Y los labios que palidecieron

Uno a uno te pidieron que bailaras
Y dijiste que sí.
Y la ventisca te llevó
Te convertiste en nieve
Y la nieve ha olvidado
Lo que pedí

аффинаж - не танцуй

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Luke.

Creo que ya no nos veremos más. No estoy de ánimo para hacerlo, tampoco considero que lo necesites. No eres el niño caprichoso que me perseguía en Rocadragón, tampoco el idiota que me golpearía en mi propia casa. Eres una fuerza a tener en cuenta que devasta todo lo que toca.

Podría sorprenderse, si es que hubiera pensado que Aemond es lo suficiente mala persona, o poco elegante, para irse sin una última palabra. Pero las palabras bien espaciadas, con caligrafía espigada y cuidada, solo le remiten el tipo de fortaleza de la que está profundamente enamorado. Es un poco injusto también, que le pida cosas que claramente él no va a supervisar que cumpla. Como bien lo ha dicho, Lucerys es caprichoso, un niño de mamá y, después de tantas cosas en casa, no puede darse el lujo de ser tan inconsciente como los demás.

Toma la carta y la clava en su tablero de corcho, al lado de los exámenes pendientes y las fotos de su familia. Cuando la lee, y la relee, encuentra en ella la chispa suficiente para pelear. ¿Aemond enserio lo encuentra tan fácil de echar a un lado, o decirle qué hacer?

Piensa en ello, al tiempo que planifica su primera cita oficial con Kermit. Quieren hacer algo divertido, así que Luke escoge un sitio para escalar en pared, donde puede demostrarle a su nuevo... ¿amante? sus habilidades físicas, además de que es el tipo de lugar que sus padres aprobarían.

Es principios del último mes del año, así que el largo otoño es perfecto para las actividades deportivas o al aire libre. Kermit lo disfruta casi tanto como él, aunque se toma un respiro un par de veces para ayudar a las personas cercanas con alguna falla en su equipo o como tomar mejores atajos sobre los bloques para escalar.

Lucerys se encuentra pensando cada vez más en las diferencias absolutas de esto con los besos a escondidas en el nicho de la biblioteca. Aquí puede respirar tan bien, sentirse tan a gusto, besar y ser besado sin miedo. Las limitaciones están únicamente en lo que el pudor les advierte y, de eso, hay poco. Lucerys ya deseaba a Kermit desde hace tanto, cuando envió aquella foto por error, cuando sus posibilidades de estar junto a Aemond eran casi nulas. Ahora ya sabe lo que es depender de Aemond, no quiere repetirlo.

Así que, cuando Kermit se arrodilla al final de su cita para pedirle que sean novios con un bonito collar con sus iniciales, dice que sí sin pensarlo mucho. Cuando le cuenta esto a su nueva psicóloga, ésta le da una felicitación sincera y le anima a explorar mejor esa parte naciente de su vida. Ella no sabe nada de Aemond.

Debí decírtelo antes, cuando me enfrentaste. Me gustas Luke, me gustas mucho. Amo el reflejo del sol en tu cabello, el color verde de tus ojos, la forma en que arrugas la nariz cuando no te gusta algo. Me gustan las cosas horribles: tu humor agresivo, tu tonta forma de defender lo que crees que está bien, el tomar riesgos sin medir las consecuencias. Incluso cuando me golpeaste, me gustabas. Las dos veces.

Dejar a su tía Helaena en Marcaderiva pone un sentimiento intranquilo en Lucerys, el tipo de desolación que le recuerda que sus decisiones afectan a otros y que, de alguna manera, jugar con ello es peligroso.

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