Aemond IV

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No puedo imaginar que no estés cerca,

En la encrucijada de tus pensamientos estoy prohibido

"No hay nadie más allí, nadie"

Esa fue tu respuesta

Después de esas palabras no

El mundo apagará su luz

Y entonces gritas o no gritas

Y llames o no llames

En mis ojos eres el sol

Como en los sueños queridos

Zvezdy - Molchat Doma (Traducción aproximada propia)

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Las reuniones familiares son, en el entendimiento de Aemond, decisiones que se toman por presión externa. Nunca ha visto que sus sobrinos o hermanos asistan a una reunión de este tipo por su propio pie, supone que, ahora que crecieron, es también un intento de mantener unas cuantas apariencias, lo que los arrastra allí. Aegon vino porque podría ser la última vez que lo dejan venir, Daeron porque necesita demostrarle a todos que puede solo y Helaena no tuvo opción. Él, en definitiva, no debería quedarse. Lucerys lo está mirando con pena desde el otro lado de la mesa, ¿es su culpa?, ¿él o Luke tienen que cargar siempre con las consecuencias de las acciones de otros?

―Hablaré después con él, Alicent ―sugiere su hermana Rhaenyra, llevando a su madre de vuelta a su asiento―. Hiciste esta cena para todos, y para celebrar que Aemond y Luke se llevan mejor.

―E hiciste un buen trabajo, querida ―apoya su padre, sirviendo una copa de vino para ella―. Deja que Aegon haga lo que quiera, vino por su pie.

Alicent no los está escuchando. Aemond sigue sus movimientos con cuidado, como lo ha hecho siempre, ¿sería mejor si va tras Aegon? Antes podía pensar que su hermano mayor era una especie de payaso caído en desgracia, aplastado por unas expectativas más grandes que él; ahora que ha pasado por el mismo proceso de crecimiento, no entiende el desperdicio progresivo de su vida en parecer siempre contrario a todos. No le están pidiendo que vuelva al redil, solo que comparta con ellos un par de horas para saber que continúa con vida.

―Aegon es un idiota ―Catelyn tiene roces personales con él desde que intentó propasarse con ella en una fiesta, todo después de saber que le gustaban las chicas y que él insinuara que no era más que una falta de oportunidades―. Tu madre tiene razón en alterarse, nadie le estaba preguntando por lo que no le incumbe.

―Imagina que te echan de tu casa por ser un problema y volver para enterarte de que ahora todos están mejor―se burla Dalton, cortando algo de carne.

El hambre escapa del estómago de Aemond con esa frase. ¿Qué está bien? Realmente nada. Lucerys y él tienen, a lo mejor, un poco más de comunicación, potenciada por la atracción llena de testosterona que los lleva a chocar. Su madre organizó esta cena solo porque se sintió aludida por la invitación que Rhaenyra le extendió a él, unas semanas atrás. Por qué la reacción normal a un buen gesto de su hermana, es repetirlo de manera exponencial, obligando a toda la familia a encontrarse fuera de las fechas usuales.

Y Aegon no fue echado, él se fue, decidió irse por su propio pie. Aemond ni siquiera lo vio empacar sus cosas, un día solo volvió del colegio y encontró que era el único hijo en casa. Su madre no quiso decir nada, ni siquiera cuando su padre llamó preguntando por qué Aegon estaba pidiendo trabajo en el negocio de un conocido ¿Y Helaena? Su hermana sigue mirando la puerta con la piedad marcada en el rostro, ¿qué es lo que hablado con Aegon cuando él visita Antigua? Pareciera que la distancia los ha hecho amigos.

IntimidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora