Epílogo

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No lo pienses mucho
Tienes poco tiempo
Para ahogarte
Pero no debes ahogarte
Somos el mar
Somos agua marina
Con hielo, como historias,
Fluyendo por el pelo

―мы - думай о море (Traducción aproximada propia)

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Las cosas son buenas después de tanto tiempo. Lo sabe cuando ve a Gaemon correr con sus medios hermanos y primos por la playa en la que él mismo una vez corrió. Jaehaera y Aegon, el hijo de Rhaenyra, siguen en silencio las altas risas de Jaehaerys y Viserys, que, acolitados por Gaemon, juegan a huir de las olas que suben más a la playa debido a la marea alta. Maelor, quien tiene los rizos negros de Jacaerys, los mira de lejos con ojos asombrados, aún es muy pequeño para dejarlo a su suerte. Hel lo lleva en brazos mientras Jace la abraza por detrás.

En otro momento, de lejos, esos serían Rhaenyra con Harwin... Si Aegon se parase al lado de ambos, también entraría Laenor en el cuadro. Pero él no es como su primo, no se atreve a colarse en la felicidad doméstica de su hermana y su sobrino, ha sabido siempre que están mejor sin él; lo han demostrado con todos estos años lejos, haciendo la vida que cualquier otro pensaría que es solo un sueño. Les tiene envidia, la misma que lo carcomía de niño en estos salones, ellos están hechos para triunfar y ser alabados, él para permanecer en las sombras, agregando profundidad a su magnificencia.

Mira el fondo de su copa de helado con frutas. La ocasión amerita un vino tinto, pero ha prometido mantener la sobriedad por el bien de las vacaciones. Rhaenyra les ha advertido que deben cuidar del castillo, nada de hacer volar cosas o dañar alguna reliquia.

―Promételo Aegon ―le había repetido mil veces, antes de despacharlos en Desembarco―. No es una casa cualquiera...

―Ya lo sé hermana, es nuestra antigua y más preciada morada ―fue su contestación―. Te aseguro que no irrespetaremos a ningún ancestro más de lo que seguro ellos irrespetaron a los suyos.

Laenor Velaryon contuvo todo, como en otras ocasiones. Harwin, por supuesto, no estaba. Desde la muerte de Viserys y después de Lyonel, su hermana pasaba menos tiempo con su esposo real y más con el falso, debido a las complicaciones de la administración. Siempre han estado juntos de formas que son difíciles de entender para muchos, incluso para la vieja Rhaenys, quién ha desterrado a su hijo de su isla después de los últimos dos embarazos. Para Aegon, la señora es la única persona con cerebro en toda su casa.

Él, en cambio, decidió renunciar a todo el asunto de la administración de bienes en cuanto vio la cantidad de tiempo que tendría que dedicarse a los negocios.

―Dejame lo suficiente para vivir, hermana, no necesito morir aplastado por el aburrimiento.

Su madre se enojó, claro. Ella esperaba que él o Aemond tomarán las riendas una vez su esposo faltará. Estuvo llorando tres días junto al cuerpo de Viserys, para después ir a exigir que alguno de ellos empezara a hacer cosas buenas por el bien de la "familia".

―Rhaenyra ya está con eso. ―dijo Aemond, sentado al teléfono, con Helaena en el altavoz―. No tenemos que preocuparnos por el dinero si no queremos.

―No lo necesitamos ―declaró la voz de Helaena a través de la línea―. Lo ahorraremos para los niños.

Alicent había gritado con frustración, apuntando con un largo dedo índice hacia Aemond. A pesar del llanto prolongado, sus ojos podían ser fríos y duros, incluso con sus hijos, sobre todo con aquel que, desde su vuelta a casa, se había desligado de su influencia, enfocado únicamente en proteger los intereses comunes del resto de ellos.

IntimidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora