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Desde aquel enfrentamiento con el caballero mágico, los tres hermanos adoptivos no habían perdido tiempo y se lanzaron a un riguroso entrenamiento. Sabían que los exámenes para convertirse en caballeros mágicos se acercaban, y querían estar listos para cualquier desafío. Oriana, siempre llena de energía, pasaba sus días practicando en el bosque, donde su hermano Nash la ayudaba en pequeñas batallas amistosas. Ambos se entregaban por completo, compitiendo con pasión, y a menudo sus enfrentamientos terminaban en empate, agotados pero satisfechos por no ceder ni un centímetro.

Cuando no estaba con Nash, Oriana se aventuraba sola en el bosque, hacia el gran esqueleto que siempre le había causado una mezcla de fascinación y misterio. Allí, en medio de la naturaleza salvaje, encontraba a sus peculiares maestros: los animales. Un oso enorme, que al principio parecía intimidante, se había convertido en una especie de tutor protector. Gruñidos y gestos sutiles le mostraban qué frutos eran seguros para comer, y en más de una ocasión, parecía más un padre sobreprotector que un simple animal. Oriana no estaba sola, pues un felino grande y ágil también apareció en su vida, y sin ninguna advertencia, la arrojó al agua un día para enseñarle a nadar. Ningún entrenamiento era sencillo, pero la niña albina aprendía rápido, siempre con una sonrisa en su rostro.

Asta y Yuno, divertidos por las historias de Oriana, no entendían del todo cómo es que su hermana menor había sido "adoptada" por los animales del bosque. Pero tampoco la cuestionaban, sabían que Oriana tenía una conexión especial con la naturaleza, algo que los llenaba de orgullo y ternura a partes iguales.

En esos momentos de tranquilidad, mientras descansaba en el bosque, la pequeña Oriana no podía evitar que su mente se llenara de preguntas. A menudo miraba sus dos grimorios y se preguntaba: "¿Por qué me escogieron a mí? ¿Cuál es el propósito detrás de esto?" Su joven corazón también abrigaba esperanzas más profundas: "¿Será esta una señal de que debo acompañar a mis hermanos a la capital? ¿Podría esto ayudarme a encontrar a mi familia biológica? ¿Conoceré algún día a mis padres? ¿Habrá más gente esperándome? ¿Y por qué tengo dos tipos de magia?"

Cada pregunta la hacía más decidida. Oriana no se quedaría quieta, no descansaría hasta encontrar las respuestas que buscaba. Mientras tanto, disfrutaba cada momento de su vida en el bosque, rodeada de sus hermanos y sus inesperados amigos animales, con el corazón lleno de esperanza y la mirada siempre hacia adelante, sabiendo que su destino aún estaba por revelarse.

El entrenamiento de Oriana en el bosque con los animales era algo mágico en sí mismo. Cada día que pasaba, se sentía más en sintonía con la naturaleza y con los seres que habitaban allí. El gran oso, al que había empezado a llamar "Shura", parecía siempre saber cuando ella necesitaba guía. En sus gruñidos y movimientos lentos, le enseñaba a distinguir entre los frutos venenosos y los que eran seguros para comer, e incluso la ayudaba a trepar árboles para alcanzar las ramas más altas. Shura la cuidaba como si fuera su propio cachorro, asegurándose de que no tomara riesgos innecesarios.

Pero no todo era tan pacífico. El felino grande que la había adoptado, al que Oriana llamaba "Nebula", no compartía la paciencia del oso. Sus entrenamientos con Nebula eran intensos y desafiantes. La felina no aceptaba debilidades, y cuando Oriana dudaba, Nebula la empujaba literalmente al agua para obligarla a nadar mejor y más rápido. Las primeras veces, Oriana se había sentido abrumada por la brusquedad, pero con el tiempo, había aprendido a resistir, a adaptarse. Ahora, nadar se sentía como una segunda naturaleza, algo que la hacía sentir fuerte y valiente.

Cada día, Oriana se enfrentaba a nuevos retos. Los animales del bosque parecían comprender que ella tenía una misión, algo especial que debía descubrir, y todos, de alguna manera, querían ser parte de ese viaje. Las aves a menudo revoloteaban a su alrededor, marcando el camino cuando parecía perderse, y los conejos saltaban a su lado, como pequeños compañeros de entrenamiento, motivándola a seguir adelante.

¿De quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora