La tarde comenzaba a desvanecerse lentamente, tiñendo el cielo con matices cálidos que anticipaban la llegada de la noche. En ese momento crucial, se estaba llevando a cabo la elección de los nuevos integrantes para los escuadrones, tal como lo había anunciado William Vangence. El ambiente estaba cargado de expectación, y el adolescente que aspiraba a convertirse en caballero mágico observaba a los capitanes con atención. Cuando uno de ellos levantaba la mano, era el momento decisivo: él debía elegir su destino, un paso que no podría deshacer hasta el próximo año.
Oriana, cansada por la emoción del día, se encontraba sobre la espalda de su hermano Asta. Sus ojos se cerraban lentamente, incapaces de resistir el suave vaivén de su hermano. Mientras esperaban a que llamaran su número de ficha, el murmullo del lugar se mezclaba con el suave susurro del viento, creando una atmósfera tranquila que contrastaba con la tensión palpable en el aire. Algunos compañeros habían pasado ya, eligiendo su escuadrón con nerviosismo y alegría, mientras que otros, decepcionados, se retiraban lentamente, resignados a esperar un año más.
A medida que los jóvenes se marchaban, Oriana, en un gesto casi inconsciente, levantó la mano para despedirse de ellos, una sonrisa suave dibujándose en su rostro aún dormido. Aquello les pareció tierno a sus compañeros; era un recordatorio de la inocencia que aún poseía, a pesar de la competencia que habían vivido.
Yuno, de pie con una calma envidiable, mantenía su mirada fija en los capitanes de los nueve escuadrones. Aunque su exterior era sereno, una pregunta persistía en su mente: ¿Qué sucedería si ninguno de ellos era elegido? La incertidumbre del futuro se cernía sobre él, pero se esforzaba por no dejar que sus pensamientos perturbaran la tranquilidad del momento. A su lado, Asta, con Oriana acurrucada, respiraba profundamente, sintiendo el peso de la responsabilidad de ser el protector de sus hermanos mientras aguardaban su turno en esta crucial ceremonia.
Las manos de los capitanes se elevaron, un gesto que marcaba el inicio de un momento crucial para Yuno. Sus ojos ámbar recorrieron a los capitanes de los nueve escuadrones, cada uno esperándolo con expectación, como si su elección pudiera definir el futuro de todos ellos. La presión se intensificaba; la promesa de su talento natural resonaba en el aire, y cada capitán lo miraba con anhelo, deseando contar con un mago de su calibre.
Mientras la multitud contenía la respiración, Yuno sabía que no podía apresurarse. Un movimiento en falso, una decisión impulsiva, y todo podría desmoronarse. Pero, tras un breve momento de reflexión, eligió al escuadrón "Amanecer Dorado". La sonrisa del capitán brilló como un faro en la penumbra, y en ese instante, Yuno sintió que un peso se levantaba de sus hombros; había encontrado su lugar en el mundo mágico.
El turno de Asta finalmente llegó, pero el ambiente era muy diferente. Esperaba con ansias que uno de los capitanes levantara la mano, pero ninguno lo hizo. Su corazón se hundió en su pecho, el silencio era ensordecedor, y la sensación de rechazo le apuñaló el alma. Yami, el temido capitán de los Toros Negros, lo observaba con atención, y su mirada estaba llena de una mezcla de curiosidad y desdén.
Sin previo aviso, Yami se lanzó desde las gradas hacia donde estaba Asta, y el adolescente sintió que el miedo lo paralizaba. Pero al mismo tiempo, una chispa de determinación encendió su interior. Asta se plantó firme, dejando atrás el pavor que había sentido.
—¡Voy a hacer todo lo que pueda para cumplir mi sueño de convertirme en Rey Mago! —gritó, su voz resonando en el coliseo como un eco de su voluntad inquebrantable.
Yami lo miró, la amenaza palpable en el aire, pero también había un destello de respeto en sus ojos. Asta no había flaqueado ante la presión.
—Te aceptaré en mi escuadrón, pero recuerda esto: el camino será difícil, y no tengo lugar para los débiles. —La respuesta del capitán fue tanto un desafío como una advertencia, y Asta, aunque intimidado, sonrió con renovada esperanza. Su sueño estaba más cerca que nunca.
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¿De quién eres?
FanfictionAquella mujer corría tratando de proteger la vida de su pequeña hija, su mayor tesoro en la vida. Los caballeros magos no llegarían a tiempo a salvarlas, ella buscando donde dejar a su bebé se la dejaría a dos niños que eran de una pequeña aldea. El...